—¡Hermano aprendiz menor! —dijo Inmortal Cincoloco miró con entusiasmo a Inmortal Diancai.
Los ojos del Inmortal Diancai estaban abiertos. Permaneció sentado en la posición de loto, pero de repente empezaron a aparecer nubes de color arcoíris en el cielo. Estas nubes fortuitas descendieron alrededor del Inmortal Diancai y en el suelo alrededor de él comenzaron a manifestar pétalos de una flor de loto dorada. Parecía que el Inmortal Diancai estaba sentado encima de un enorme loto dorado. Murmullos de lo que parecía ser música celestial se podían escuchar desde el mundo que lo rodeaba. Por supuesto, esta no era una melodía real, sino el sonido de los Cielos y la Tierra. Con solo escucharlo uno se sentía como si estuviera lleno de infinitos misterios.
Al mismo tiempo, un aura aterradora de poder comenzó a descender hasta envolver completamente al Inmortal Diancai.
—Qué poder aterrador.