La noche antes de la muerte de Jia Li.
Jia Li estaba hecha un desastre. Su ropa estaba rasgada y arrugada, ya no quedaba nada de aquel aspecto pulcro y seductor del que se enorgullecía para seducir a los hombres. Con todos los moretones en sus rodillas de haber estado arrodillada durante horas y los rasguños que empezaban a sangrar por las cuerdas apretadas alrededor de sus muñecas y tobillos, nadie la asociaría con la actriz Jia Li.
Yan Zhuhui no la mataría. Su amor por ella sería la única carga y la cadena más fuerte que se impediría hacerlo. Eso era suficiente para que Jia Li ralentizara su acelerado latido del corazón.
—¿Pero dónde estaba él? Han pasado tres horas desde que se fue y aún no ha bajado a verla.
—Ah, debe estar lamiendo todas las heridas que ella causó a su corazón como un gato herido. Luego, cuando termine, volverá ronroneando y suplicándole que lo acaricie.