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En el corto tiempo que había pasado con Ran Xueyi, Lapis sabía que, aunque su rostro pareciera hermoso y amable al punto de que se la pudiera confundir con un ángel descendido a la Tierra, la oscuridad interior de Ran Xueyi estaba tan llena de espinas y maldad negra como el alquitrán que nadie jamás podría atravesar.
—Es bueno saber que no estás intentando convertirte en un santo y perdonarlos. Pero, Jefe, déjame recordarte que no estás solo. No intentes resolver cada problema por tu cuenta y apóyate un poco en nosotros —Ran Xueyi se sintió reconfortada por sus palabras—. Lo sé... No te preocupes, sé que ya no estoy sola en este mundo.
Ya tenía a Song Yu Han y a Song Zhan a su lado; Lobo también estaría de su lado, ya no estaba sola en este mundo ni volvería a sentirse abandonada por todos.
Tras colgar la llamada, Ran Xueyi buscó la lista de inversionistas y patrocinadores que llegarían para la cena de mañana.