seguro tendría el peor de los destinos.
Disfrutaba lo que hacía, se sentía dueño absoluto de su marido, y por ende seguro de poder hacer lo que se le antojara.
Hizo que Gaara se tome una semana libre para pasar a su lado, más en concreto en la habitación. Desnudo y en sus brazos. Nadie podría quitarle lo que le pertenecía.
"Gaara es mío, mi propiedad exclusiva. Solo yo puedo tocarlo y amarlo. Yo y nadie más"
Meditaba aquello mientras acariciaba con extrema lentitud su cuerpo. Lo excitaba tanto que no podía pasar mucho tiempo sin tocarlo. No le interesaba si a Gaara eso le causaba placer o dolor.
Menma era alguien que solo pensaba en sí mismo, pero su técnica mantenía a Gaara en total control, alejando de sí mismo todos los problemas y los rechazos de su tan apetitoso marido.
Pero le asombraba lo poderoso que era Gaara, en varias ocasiones lo sorprendió llorando. Aquello mostraba que continuamente intentaba liberarse de su control.
Apretó los labios con fuerza, Menma deseaba cambiar la mente y los sentimientos de Gaara completamente. Pero jamás se imaginó que fuera tan poderoso y persistente.
Sin embargo esa semana lo disfrutó más que nunca, no le permitió vestirse ni salir de allí. Hacía tiempo que no se sentía tan bien.
"Ojalá me amaras así sin necesidad de tener que cambiar tu mente....Gaara"
Era el octavo día desde que se ocuparon de esa molestia llamada Mitsuki. Para su pesar había tenido que secar las lágrimas de su apetitoso marido varias veces.
Mientras fumaba un cigarrillo, sentado en uno de los sillones completamente desnudo frente a la chimenea que permanecía encendida, recordaba la noche anterior.
Tenía a Gaara como quería, en su cama desnudo. Haciendole el amor con placer, por cada embestida que le daba podía ver cómo las lágrimas humedecían su rostro.
- Menma....basta....por favor...ya no sigas....por favor...-¿Acaso no estás disfrutando? - Si...mucho....pero...detente
La mente le indicaba que debía amar solo a Menma, era su obligación responderle cuando él así lo deseara. Pero su corazón era otra historia, sangraba y por ende lloraba.
Era plenamente conciente de que esas lágrimas molestaban a Menma, pero no podía evitarlo. No le era posible evitar sentir aquel vacío en su pecho.
Como en aquel momento no podía evitar pensar en Mitsuki, en sus besos, en sus palabras de amor y en su intensa desesperación cuando Menma lo secuestró y lo drogó.
Su mente le indicaba que debía alegrarse por haber colaborado con la desapareción de esa molestia para Menma, pero su corazón se lamentaba al punto de sentir intensa desesperación al sentir a Menma embestirlo con fuerza.
- Gaara me perteneces - Por supuesto Menma, eres mi dueño.- Entonces no me pidas que me detenga.
Ésto último lo dijo dándole mayores y más fuertes embestidas con gran placer. Cuando acabaron, recién salió de su interior pero no lo soltó. Seguía rodeandolo con sus brazos, así se durmió.
Ahora, horas después, Menma meditaba en ello algo molesto. Gaara nunca dejaría de luchar contra esa técnica que lo mantenía aprisionado.
Pero Menma tampoco dejaría de fortalecer su control, no estaba dispuesto a perder a Gaara. Lo llevaría con él al mismisimo infierno de ser necesario.
Cuando Gaara salió del baño luego de ducharse, secandose aún, Menma apagó el cigarrillo mientras lo contemplaba fascinado.
- Eres tan deseable amor - decía Menma sonriendo - Ven conmigo.
Gaara sin vida alguna se acercó a él abrazandolo y dejando que lo abrace y acaricie. Menma lo drvoraba a besos posesivos.
Al pelirrojo no le gustaba aquello pero nada decía, estaba harto de permanecer allí encerrado, y desnudo durante una semana completa. Pero le resultaba imposible demostrar sus reales sentimientos.
Menma lo contemplaba con gran detenimiento, no se le escapaba nada. Por eso sabía que Gaara no estaba nada contento, permaneciendo a su lado allí durante tanto tiempo.
- Estás alterado mi amor - le decía Menma sin dejar de acariciarle las nalgas y los muslos. - ¿Qué sucede?
- Nada - Gaara odiaba saberse tan expuesto ante su marido, no tenía privacidad alguna ni siquiera para pensar por si mismo con libertar.
Menma presionó la cabeza de Gaara en su hombro, lo excitaba sentir el aliento de su amado pelirojo. No dejaría nada fuera de lugar, no se le escapaba nada al tratarse de su marido.
Podía sentir el corazón de Gaara latir como un tambor, estaba desesperado. Frunció el ceño. Cuando lo soltó permitiendole incorporarse sus miradas se volvieron a cruzar.
Acariciaba su rojo cabello perdiéndose en esos ojos verdes. Las lágrimas de su amado empezaban a humedecer su rostro una vez más.
Sujetándo un pañuelo, Menma le secó el rostro con intensa suavidad. - Calmate Gaara, todo está bien. Solo relajate mi amor. No quiero que me tengas miedo ni que desees alejarte de mí. ¿Entiendes?
Gaara asintió en silencio, cuando quiso levantarse su marido no se lo permitió. Deseaba tenerlo con él todo el tiempo.
- No Gaara, no te levantes. Aquí estás bien. Me encanta tenerte a mi lado mi amor. Te amo, es verdad. Ojalá pudieras creerme una vez más.
- Te creo Menma- Significa que sabes que nada tienes que temer.- Si...Menma.
- Te causé tanto daño mi amor, lo lamento - Menma acarició su rostro sin dejar de mirarlo a los ojos - En serio lo digo, pero te aseguro que todo lo que hice fue por amor. Todo.
Gaara empezó a llorar nuevamente al oírlo, aquello disgustaba a Menma porque en verdad anhelaba verlo felíz estando a su lado.
- ¿En serio me amas Menma?- Por supuesto- Entonces liberame-¿Qué?- Por favor Menma....por favor....-No, eres mío Gaara
Lo rodeó con sus brazos presionandolo contra su cuerpo. De solo pensar en la posibilidad de perderlo, lo enfurecía.
- Menma...si me amas liberame....por favor....- No, y no quieres que te libere, deseas estar conmigo para siempre.- No...no es así...Menma por dios...sueltame...
-Amas a Mitsuki ¿cierto? - Si- Deseas el divorcio para casarte con él ¿verdad?- Si- ¡Deseas a ese maldito mocoso sabiendo que podría ser tu hijo! - Si
Menma apretó el cuerpo de Gaara contra el suyo, mientras reforzaba el control mental sobre él. Así alejaba las fuerzas de su persona, pero la angustia se reflejó en su rostro al humedecerse con lágrimas.
Nuevamente Menma le quitó las lágrimas de su rostro para luego voltearlo al suelo, junto a la chimenea encendida y hacerle otra vez el amor con embestidas más feroces.
Luego de dos semanas recién Menma le permitió vestirse y regresar al trabajo. Tenía muchos archivos acumulados. Por ende debía ponerse al día con todo. Permanecía bajo el absoluto control de su marido Menma.