Había pasado una estupenda tarde junto a Shinki, en verdad me pude distraer un rato de mis problemas cotidianos. Era lo que más deseaba, poder distraerme, pensar en otra cosa, despejar la mente.
Recién supe que ese hermoso pelirrojo me había estado observando durante los dos años desde que inicié la carrera de medicina debido a que estudiábamos lo mismo.
Pero, a diferencia de mí, él pertenecia a la aristocracia y era reconocido por sus padres.
Tenía una belleza muy peculiar Shinki, ahora que lo observaba me fascinaba.
Intercambiamos números de WhatsApp para seguir en contacto. Al menos por cinco meses y medio contaba con un celular de alta gama y con el suficiente prestigo como para poder hablarle.
Suspiré hondo, era increíble cómo todo empezaba a resultarme fugaz al saber que lo perdería en tan solo unos cuántos meses.
Shinki se había estado fijando en mí durante todo este tiempo. Si tan solo me hubiese hablado antes quizás ahora podría serle sincero y hasta no me resultaría vergonzoso tener que hablarle sabiendo que en realidad era un indigente.
Pero su compañía me resultó grata y reconfortante. Hasta reí a carcajadas de varias cosas hablando con él. Increíble cómo el tiempo voló. Para mí pesar debía volver a mi tétrica realidad sin futuro alguno.
-Llamame Boruto - me dijo Shinki - Yo haré lo mismo. En verdad deseaba poder hablarte
-¿Por qué no lo hiciste antes Shinki?
-Temía que te molestes, después de todo eres brillante en los estudios. Se nota que llevas la medicina en el alma. Amas la carrera.
"Si, pero lamentablemente solo podré estar cinco meses más y luego tendré que evaporarme como si de niebla estuviese hecho".
Pensé con gran pesar pero no dije nada, no tenía por qué decirle nada a nadie.
Y con Shinki recién nos estábamos conociendo. Pero quería seguir frecuentando lo y eso haría mientras me fuese posible.
Nos despedimos y cada quien regresó a casa. No se me pasó por alto el auto que tenía.
Si bien yo sabía manejar no podía disponer de ninguno de los autos de los Namikage por clausula del testamento, dónde decía que al ser el heredero definitivo recién podría hacer uso de cuánto bien posea la familia y haya heredado.
En verdad me sentía un intruso en esa mansión, sin derecho a nada. Todo era apariencias, ésto solo despertaba el deseo de dejar aquello.
Era más que evidente que no era bienvenido y que mi abuelo me nombró su heredero a resgañadientes.
Caminé hasta la mansión de mi abuelo, entre usando la llave que tenía. No me molestaba en tocar. Fuí a ver a mi padre.
Cuando llegué desde el umbral pude ver qué el mayordomo estaba ahí maltratandolo al cambiarle de ropa, en exceso bruto, ví los moretones en el torso de mi papá y su dura mirada que le clavaba al mayordomo.
Ninguno supo que había llegado, por eso pude oír que el muy maldito le decía a mi papá:
-Maldita sea Naruto, no mereces nada de nada. Maldito infelíz .
Lo tenía desnudo sentado en el sillón junto a la ventana abierta con el frío que hacía fuera.
Indignado exploté y tras entrar grité:
-¡Alejate de mi papá maldito! - Ambos me miraron asombrados - ¡Déjalo en paz!
Mi papá me miró suplicante y el mayordomo turbado. Lo sujeté del brazo y lo saqué de la habitación por la fuerza.
-¿Qué hace? ¿Cómo.se atreve?
-¡Soy su único hijo! ¡El nieto de Minato Namikage! ¡Aunque no te guste heredero de todo esto y tú no eres nadie! ¡Vete de ésta mansión! ¡Estás despedido!
-Muy gracioso señor Boruto, ahora deje de interrumpir y molestar.
-Hablo en serio, vete ahora mismo.
Sujeté una frazada y envolví a mi papá. Luego cerré la ventana. Finalmente salí de la habitación para asegurarme que ese maldito imbécil se haya largado de mi casa.
Maldita sea, esa era la casa de mi papá y mía. Los criados me apoyaron y ayudaron a deshacerme de ese vejestorio odioso. Ninguno lo quería porque era alguien muy cruel.
Mandé a uno de los criados a prepararle un baño caliente a mi papá y a otro para lo bañen entre los dos. Así entraría en calor.
No quería que se enferme. En tanto yo llamaba a un abogado amigo para consultarle sobre ciertas cuestiones. Él llegó a casa instantes luego.
Nos encerramos en el despacho de mi difunto abuelo para tratar este tema. Sabía que él cómplice del otro abogado vendría en breves para intimarme y obligarme a volver a contratar al maldito mayordomo.
Necesitaba tener respaldos legales que me apoyen en mis decisiones. Así supe que podía hacerme una prueba de ADN para presentar al juez y comprobar que Naruto Namikage era mi padre biológico.
Si bien no podría tener su apellido porque era él quien debía cedermelo al reconocerme, podía ocuparme de su cuidado sin que interfiera nadie.
Era mi derecho de hijo biológico. Con todo lo necesario recién pude respirar paz.
Cuando me desocupe con el abogado mi papá estaba limpio y bien vestido. Calentito y cómodo.
Le estaban llevando la comida. Pedí que me lleven la mía también a su habitación para poder compartir con él.
Tras quedar solos lo abracé con ternura mientras le decía:
-Nunca más tendrás que soportar a ese maldito mayordomo. Probaré que soy tu hijo biológico e intentaré quedarme aquí contigo papá.
Él lloraba. Sabía que sufría más que cualquiera pero yo lograría curarlo. Tenía que intentarlo.
-Tranquilo papá, no voy a abandonarte. No me importa lo que el testamento o el maldito abogado digan. Cuando pruebe ante el juez que soy tu hijo biológico tendré el derecho de hacer lo que sea para curarte. Cálmate.
Lo besé en la frente para luego secarle las lágrimas. No quería verlo sufrir por dios.
-Te quiero mucho papá.