下載應用程式
27.27% Gaia - La Ira de los Dioses / Chapter 9: Capítulo 5: ̶D̶e̶s̶ Esperanza (2)

章節 9: Capítulo 5: ̶D̶e̶s̶ Esperanza (2)

—Estamos muertos… —suspira Santiago con una expresión de penumbra dejándose caer en el sillón de la casa de dos pisos que esta noche usaremos de refugio.

—No digas eso Tiago, los tres estamos… bien… —contesta Rubén poco convencido de sus propias palabras.

—¿Bromeas? No tenemos agua, ni comida, ni armas, estamos heridos y… completamente acabados… —le refuta con un tono pesimista.

—No fuimos aruñados ni mordidos… eso es ganancia… —intenta encontrar el lado positivo en vano.

—Yo me siento mejor, la mayoría de costras se me cayeron y no han reaparecido —añado poniéndome del lado de Rubén.

—Es algo temporal… volverán a crecer, y cuando eso pase serán peores —contesta Santiago sumiéndose en la miseria y arrastrándome con él.

—Quizá necesitamos hacer lo mismo que la otra vez para levantar nuestros… —en cuanto extiende su brazo hace una mueca de dolor.

—¿Estas bien? —le pregunto a Rubén.

—No es nada, solo me duele un poco… —intenta doblar su brazo para demostrar que está bien… pero solo logra la contrario al ser incapaz de hacerlo.

—Déjame revisarlo —le pido al acercarme.

Su codo derecho esta inflamado y enrojecido, el golpe del petrificado debió haberlo herido más de lo que pensé.

—Parece una fisura… o quizá una fractura leve, me es imposible saberlo.

—No, no puede ser eso, fue un simple golpe, luego se me pasara… —replica moviendo su brazo y disimulando el dolor.

—¡Basta! Solo lo empeoraras —lo regaño tomando su muñeca para que pare, la prueba definitiva de lo mal que esta es que soy capaz de detenerlo solo con mi fuerza—. Si es leve, un par de semanas deberían bastar mientras guardes reposo, en caso de ser serio… podría tomar… más de un mes.

Rubén se derrumba por dentro al escucharme.

Él, quien siempre confía en su fuerza y capacidad física, debe sentirse acabado mientras le hago un cabestrillo improvisado para inmovilizarle el brazo.

 Santiago se mantiene acostado con la mirada perdida y yo… no puedo hacer más que intentar lidiar con la idea de que la petrificación volverá mucho peor que antes.

Quizá… si estamos muertos.

 

01 de Agosto de 2021

Día 9

—Enserio que tienen suerte de perro atropellado —a mi alrededor está el, ya familiar y a la vez inquietante, vacío donde siempre me encuentro con Adler. De nuevo viste ropas extravagantes: un traje blanco y brillante con estampados de muchos huesos caricaturescos—. Tienen el agua hasta el cuello y solo se siguen hundiendo… ni siquiera necesito a Delfos para ver como terminara esto.

No le respondo nada, ni siquiera reacciono a sus comentarios, estoy muy cansado y enserio quisiera que esta vez fuera de alguna ayuda.

—Está bien pues, esta vez hare de buen samaritano —dice de la nada… casi como si me leyera la…—, si Marcos, puedo leer tu mente, o sea ubícate, estoy literalmente dentro de ella, pero como sea, seré misericordioso y te concederé un deseo.

—¿Cualquier deseo? —le pregunto con desconfianza.

—No tontito, no te vayas tan arriba, te daré a escoger entre aliviar la petrificación o tus heridas, pero piénsalo bien, tienes que…

—La petrificación —le respondo sin dudar motivado por el miedo que me provoca—, deshazte de ella por favor.

—No, no, no me estas entendiendo —me interrumpe serio—, la verdadera decisión es escoger entre confiar en las dos alimañas que llamas compañeros o empezar a valerte por ti mismo.

—¿De qué hablas? Eso no…

—Shhh, shhh, shhh —me calla poniendo su dedo en mis labios—, recuerda, estamos en tu mente, se la verdad… te sientes como el mal tercio, el que sobra, el desechable… digo, fue obvio tras la escena en los dormitorios.

—Eso fue solo… una cosa del momento —digo en un intento de convencerme a mí mismo.

—Lo ves, ni siquiera tú te lo crees, piensa un poco en las opciones que te estoy dando… se más cosas sobre tus "amiguitos" que tú, no puedo asegurar lo que harán contigo aun si la petrificación se alivia un poco, seguirás siendo un estorbo con lo herido que estas por lo que seguirías dependiendo de ellos —exclama Adler mientras se acerca flotando a mi oído con una voz maliciosa—. Si alivio tus heridas y cansancio estarás en una mejor posición, si alguien se queda atrás no serás tú y te aseguro que el otro te seguirá y obedecerá solo para no estar solo… dime… ¿Apuñalar o ser apuñalado?

Una sonrisa siniestra y pícara se forma en su cara contrastando con las supuestas intenciones de ayudar que dice tener.

—Confío en ellos —le refuto con determinación.

Adler contiene una pequeña risa ante mi respuesta.

—Si, si, lo que tú digas Marcos —exclama con un tono condescendiente dejando de flotar y poniéndose de pie frente a mi—. Terminemos con esto entonces, deberías despertar lo más pronto posible.

—¿Qué? ¿Por qué lo dices? —pregunto intrigado solo para ser ignorado.

—Yo, Adler, te ofrezco mi favor divino, elige: ¿Deseas que la petrocris… digo, la petrificación se revierta parcialmente? —pregunta mientras extiende su mano derecha hacia mí— ¿O deseas aliviar tus lesiones y fatiga? —continua mientras extiende su mano izquierda de la misma manera.

—Quiero que reviertas la petrificación.

—Cada quien elige su condena… asi que así será —responde mientras mi conciencia se empieza a desvanecer— Aaaaunque… a comparación de tus heridas lo que puedo hacer con la petrificación no es tanto, menos después de que te arrancaran todas de golpe, asi que no me culpes si mi favor divino no es taaaan efectivo… suerte, bye, bye ♪♫.

—Espera… ¿Qué…?

Tras decirme ese dato de vital importancia que omitió, todo se vuelve oscuro… ese maldito jugando conmigo de nuevo…

 

—¡Rápido! ¡Tenemos que irnos! —grita una voz que se siente muy lejana.

—¡Marcos! ¡¡Marcos!! ¡¡Despierta ya!! —esa es la voz Rubén… sus gritos se escuchan muy cerca y muy lejos al mismo tiempo…

—¡¡Tenemos que irnos!! —insiste la que reconozco como la voz de Santiago, se escucha llena de terror y conforme empiezo a recobrar la conciencia ruidos fuertes y estruendosos de fondo resuenan en mis oídos.

—Pero… Pero… —replica Rubén conflictuado…

¿Qué está pasando…?

Me levanto de golpe cuando mi cuerpo responde… la habitación está hecha un desastre aún peor que cuando llegamos. Un prominente agujero en el suelo me llama la atención, a través de él puedo ver el primer piso en incluso peor estado. En la pared hay un agujero igual de grande por el cual… la silueta inconfundible de Rubén esta por salir, sin embargo, nuestras miradas se cruzan antes de que pueda saltar.

¿Acaso… estaban por dejarme atrás…?

Un rugido descomunal me sobresalta, viene del piso de abajo, al voltear en esa dirección diviso algo realmente grande y aterrador corriendo sin control.

—¡¡¡Vente!!! —grita Rubén haciéndome señas.

Me intento levantar rápido pero la petrificación se ha extendido por mi espalda, tanto que ponerme de pie por mi cuenta me es muy difícil.

Maldito dios inútil.

Rubén corre hacia mí y me levanta de un solo jalón para que saltemos al exterior, desde donde Santiago, completamente en pánico, nos hace señas de que nos apuremos. No es tanta altura, pero con mi casi nula flexibilidad actual, al aterrizar siento el golpe en todos mis huesos.

Corremos a toda velocidad sin gastar un solo aliento en decir lo que sea, solo corremos y corremos más, lo hacemos sin rumbo alguno hasta sentirnos mínimamente seguros.

La luna ilumina nuestro camino de manera parcial pese a ya estar acercándose al horizonte. Mi reloj marca las 3 de la mañana aunque no siento como si hubiera podido dormir ni media hora. 

 

—¿Qué rayos era esa cosa? —pregunto una vez que nos aseguramos que el pequeño restaurante en que nos escondemos esta despejado.

—No sabemos, hizo un agujero en la pared y luego el piso de madera bajo sus pies se hizo polvo —me explica Rubén sosteniendo con su brazo izquierdo el extintor al que se aferró como nueva arma.

—Pero era un segundo piso… ¿Cómo pudo entrar por la pared?

—Arranco la pared como si fuera de papel… era como una monstruosa fusión entre un gorila y un toro… —añade Santiago con la mirada fija en el suelo, aterrorizado por el simple recuerdo—. Sin duda era un petrificado… pero diferente…

—Un petrificado especial… como el de antes —respondo mientras la silueta que vi en el edificio regresa a mi mente—, entre la horda que el larguirucho atrajo logre ver a uno que juraría que iba a cuatro patas, era muy robusto… podría ser el mismo…

—Imposible… —niega Rubén con un tono incrédulo pero atemorizado—, nos alejamos mucho… no nos pudo haber seguido…

—¿Una coincidencia? —sugiero nada convencido.

—Si, eso debe ser —afirma en un tono tan optimista… que suena falso.

—Deberíamos hacer guardia al dormir… por si acaso… —sugiere Santiago.

—No creo poder dormir más por hoy —digo aun agitado.

—¿Estás seguro...? Quizá deberías… descansar —contesta Rubén con un tono y una mirada… nerviosa.

—Por qué lo… —me quedo sin palabras al volverme consciente de la extraña sensación en mis brazos… muevo mis mangas y veo como la petrificación se extendió cubriendo gran parte de ellos, llegando incluso hasta mis codos. Fue solo por la frenética huida que no me había dado cuenta.

Toco las costras en mi cuello y las sigo con las yemas de mis dedos subiendo hasta… mi cara. Busco verme en el reflejo de uno de los ventanales del local solo para ver mi oreja derecha cubierta de piedra mientras la petrificación se acerca de manera peligrosa a mis ojos.

—Siempre regresa… —repite Santiago con lastima en su voz—, paso sin que nos diéramos cuenta, cuando despertamos ya estabas… asi...

—No… no debería ser así —murmullo confundido—, se supone que no sería tan efectivo… pero esto… se suponía que el la revertiría.

—¿Cómo dices? —pregunta Rubén al escucharme.

—¡Adler…! Adler me dijo que revertiría la petrificación —le respondo frustrado.

—¿Te encontraste con él? ¿Dijo algo importante? —interviene Santiago.

—Dijo que me ayudaría… pero… siempre es lo mismo con ese maldito…

—Quien sabe Marcos, quizá estarías peor —intenta animarme con su respuesta, pero no tarda en darse cuenta de que algo asi no es reconfortante en absoluto—. Creo que… lo mejor es que descansen, yo vigilare.

Me sonríe intentando mantenerse positivo… pero me es imposible sentir algo más que miseria. Ni siquiera sabemos si tengo cura… después de todo ni Adler pudo hacer algo…

 

Pese al cansancio, dormir me es imposible, no solo el dolor lo hace difícil, sino que estar escondidos en una cocina no me hace sentir nada seguro… aparte es difícil sacar de mi mente el hecho de que de haber despertado unos segundos después… me habrían abandonado a mi suerte junto a esa cosa…

¿Me vieron como una carga?

¿O me vieron como una buena carnada…?

"Apuñalar o ser apuñalado"

Las palabras de Adler se repiten en mi mente impidiéndome conciliar el sueño y solo se detienen ante el ruido de cristales rotos fuera de la cocina. Santiago despierta de golpe, ambos nos quedamos callados un par de segundos con la esperanza de que no sea nada, pero el escándalo que lo sigue nos hela la sangre.

Me levanto y tomo la primer cosa a mano, en este caso una sartén de hierro. Abro la puerta y veo ahora de manera clara a esa cosa… la descripción de Santiago era bastante acertada, un extraño monstruo de piedra con la complexión de un toro y los rasgos de un gorila.

Usando una mesa como escudo, que no durara mucho, Rubén se encuentra acorralado. Sin pensarlo alzo el sartén y lo lanzo hacia esa cosa, como era de esperar, no le hace ningún rasguño aunque si me gano su atención.

Con un solo un par de saltos recorre todo el restaurante y ante el pánico causado por ver su agilidad y destreza mi mejor plan es darme la media vuelta y cerrar la puerta de la cocina… algo no muy inteligente ya que esta solo aguanta un golpe antes de venirse abajo, no obstante, esa cosa es tan robusta que no logra pasar a través del marco de la puerta, algo que no parece comprender y embiste repetidas veces empecinado en entrar a la fuerza… lo que parece no ser imposible dado como las paredes empiezan a agrietarse.

—¡Salgamos por la puerta trasera! —le grito a Santiago.

—¡Esta bloqueada! —responde ya frente a ella forcejeando sin lograr hacerla ceder.

—¡Ustedes encárguense de eso! —nos grita Rubén montándose sobre el petrificado y alzando el extintor con su brazo bueno—, ¡Déjenme este a mí!

Empieza a propinarle varios golpes en la cara deteniendo temporalmente sus embestidas mientras Santiago y yo buscamos la manera de forzar la puerta.

—Joder… —gruñe Rubén al ser derribado hacia el interior de la cocina entre forcejeo y forcejeo.

Hay un momento de tensión en que el petrificado estruja el extintor entre sus colmillos mientras sus gruñidos reverberan en el estrecho espacio. Desconocemos si esas cosas pueden "sentir" algo, pero jurar que esta enfurecido.

Dejo la puerta atrás para alcanzar a tomar a Rubén y jalarlo lejos de la inevitable explosión del extintor, la cual no se hace esperar. En un espacio tan reducido el sonido de la explosión golpea nuestros oídos con fuerza a la vez que una nube blanca cubre la entrada.

—¡A un lado! —le ordena Rubén a Santiago mientras corremos a la salida.

—¡No! ¡Tu brazo! —intento detenerlo cuando veo sus intenciones… pero es muy tarde.

No habíamos logrado hacerle mucho daño a la puerta, sin embargo, los más de cien kilos de Rubén cargando contra ella son suficiente para abrirla de par en par.

—Mierda… —se retuerce de dolor en el suelo del callejón de afuera apretando su brazo entablillado.

—¿¡Estas bien!? —pregunto de manera estúpida.

—Pensé que usando el brazo bueno…

—Asi no funciona.

—¡Vámonos de aquí mientras podamos! —nos interrumpe Santiago con esa cosa reanudando sus golpes contra el marco para poder alcanzarnos.

—¿A dónde…? —pregunto con miedo—, es claro que esa cosa nos está siguiendo de alguna manera…

—Solo tenemos que alejarnos lo suficiente… —me responde Rubén poniéndose pie.

No hay tiempo de hacer un plan… solo podemos correr, correr y no parar, alejarnos lo más posible para dejar a esa cosa atrás ignorando el cansancio, el dolor y el miedo.

 

05 de Agosto de 2021

Día 13

Cada día es un infierno, cada día pierdo más la esperanza, cada día… empiezo a anhelar la muerte…

No hemos dejado de huir. Solo un par de horas de sueño de vez en cuando es el único descanso que hemos tenido estos últimos días, ni hablar de la comida, comemos solo si tenemos suerte de encontrar algo… dedicarle tiempo a buscarla activamente solo acorta la distancia entre el acechador y nosotros, llegamos al punto de recurrir a tomar el agua directamente del arroyo, entre arriesgarnos a una infección o que esa cosa nos alcance… la decisión no fue difícil, después de todo, el final sería el mismo.

El acechador, ese extraño petrificado cuadrúpedo, es imposible de perder o vencer. A donde sea que vayamos y sin importar cuánto corramos, termina alcanzándonos… ni con la emboscada más elaborada hemos logrado algo que no sea enfurecerlo más.

El ciclo del día y noche perdió significado, tengo el reloj conmigo, pero los números que marca no cambian nada, esa cosa no necesita dormir, asi que ya sea en la completa oscuridad o bajo el raso del sol tenemos que seguir huyendo, limitándonos a descansar tras alejarnos lo suficiente y solo hasta que nos alcance, tras lo que toca repetir todo de nuevo… un ritmo que no creo poder seguir más tiempo…

La petrificación me consume cada vez más, mi ojo fue cegado por las costras… ni siquiera sé si aun puedo decir que tengo un "ojo derecho", todo lo que es cubierto por la piedra pierde completa sensibilidad, aunque no puedo decir lo mismo de las constantes yagas que se forman por el roce entre mi piel viva y la petrificación.

 

—Rubén… ¿Podrías parar de una… maldita vez? —exclama Santiago irritado desde una de las esquinas de la tienda.

—Perdón… solo así puedo ignorar el hambre… —contesta sin energía dejando de tocar su guitarra que, de alguna milagrosa manera, sigue entera después de todo lo hemos pasado.

—El hambre y el dolor ya me ponen suficientemente difícil el dormir, como para que lo empeores.

—Ya, ya… ya lo dejo Tiago…

—Ya no tiene caso… —masculla molesto—, ya es hora de que nos movamos… no debe estar lejos…

Los tres estamos muy estresados, somos conscientes de que no podremos seguir asi por mucho… moriremos de hambre o seremos asesinados por el acechador.

Ambos se levantan sin ánimo, sin embargo, al yo intentar ponerme de pie, caigo al suelo de bruces.

—¿Estas bien Marcos…? —pregunta Rubén sin sorprenderse o siquiera voltear… supongo que verme asi ya se volvió algo normal para ellos…

—Si… solo fue… —dejo de hablar al ver mi rodilla… hace tiempo que la petrificación se estaba acercando a ella, pero ya llego al punto de que me dificulta moverla.

—¿Qué cosa?

—Un tropiezo, solo eso… —respondo de manera nerviosa…

Ambos se dirigen hacia afuera sin siquiera esperar a que me levante…

"Apuñalar o ser apuñalado"

 

Ni siquiera intentamos correr, de todos modos esa cosa nos alcanzara, por lo que es mejor guardar energías para ese momento… aunque la realidad es que probablemente yo sea la razón por la que no intentemos avanzar más rápido, aun a este ritmo me cuesta tanto trabajo como si estuviera corriendo a toda velocidad, ahora más a causa de mi rodilla.

—¿Pasa algo…? —pregunta Santiago al notar mí intento de disimular la cojera.

—Solo un calambre… no es nada —respondo intentando sonar convincente.

—Tenemos que dar media vuelta… —Rubén, quien va a la cabeza, se detiene en seco y nos interrumpe hablando entre susurros—, puedo ver al acechador a unas cuadras delante.

—Eso es… imposible… —dice Santiago aterrorizado.

—Lo estoy viendo con mis propios ojos…

—No, no… es imposible… —repite temblando—, si tú estás viéndolo frente a nosotros… ¿Qué es lo que yo veo viniendo detrás…?

Siguiendo su mirada veo al acechador a lo lejos corriendo en nuestra dirección… pero al voltear hacia donde lo hace Rubén también está la inconfundible figura de un acechador deambulando unas cuadras delante.

—Hasta aquí llegamos… —suspiro derrotado con la misma expresión de desesperanza de ellos dos.

—¡Me niego a morir aquí! —refuta Rubén decidido—, rápido, entremos al edificio de enfrente y subamos a la azotea.

Sin esperar nuestra respuesta cruza la calle y entra por un ventanal roto, ambos lo seguimos por inercia pero con la misma palidez en nuestros rostros, sabemos que las escaleras no son un obstáculo para un acechador… lo hemos aprendido a la mala.

—Es un pésimo plan… —dice Santiago con la voz quebrada—, ganaremos un poco de tiempo… ¿Pero luego qué? Apenas y podíamos contra uno… pero dos… ya no hay nada que podamos hacer…

—Ustedes síganme —nos ordena buscando las escaleras—, si subimos a la azotea y saltamos entre edificios quizá podamos dejarlo atrás, quizá asi pierda nuestro rastro… o en el peor de los casos lo hacemos caer.

Sin duda es un pésimo plan, pero es lo único que tenemos, no obstante, al subir los primeros escalones me doy cuenta de que ni siquiera sé si lograre subir hasta arriba con mi rodilla en este estado… ¿Y luego saltar? Es imposible que yo…

Quizá… quizá ese es el verdadero plan…

"Apuñalar o ser apuñalado"

 

—¿¡Qué haces Marcos!? No tenemos tiempo que perder —me cuestiona cuando llegando al tercer piso me detengo y me siento en el suelo.

—Olvídalo… —respondo cansado mientras intento recuperar el aliento—, yo ya… ya no puedo.

—¡Déjate de estupideces! Tenemos que seguir —insiste con impaciencia.

—Rubén… —lo veo directo a los ojos a lo que se queda callado—, yo ya no puedo seguir…

Levanto mi pantalón, mostrando mi rodilla a medio petrificar y cubierta de sangre el roce constante.

—No tenemos idea si esto es reversible… y solo seguirá empeorando… no quiero terminar como una carga, asi que hasta aquí llego yo.

—No, no, no, no, no, no —se niega como si le estuviera contando una mala broma.

—Rubén… tienen que irse —le digo con una voz tranquila.

—¡No! Debe haber alguna manera…

—Rubén… es su decisión… sé que es difícil, pero tenemos que respetar eso —interviene Santiago posando su mano en su hombro.

—¡Que no! Podemos…

—Rubén… —lo interrumpo.

—¡Silencio Marcos! Déjame pensar… —me interrumpe de vuelta—, si te llevo en mi espalda…

—Rubén…

—Puede ser doloroso pero podría lanzarte a la otra azotea…

—Rubén…

—Al final saltare por mi cuenta, repetimos y…

—¡Basta! —espeto—, prefiero quedarme aquí por mi propia voluntad… y no ser dejado atrás en un momento de crisis.

Su mirada se llena de angustia y desesperación al no saber cómo responder.

—Pero… —le es imposible decir algo, sabe que no hay nada más que se pueda hacer.

—Esto no tiene que ser un adiós, si se van ahora y despistan al acechador luego nos podremos reencontrar —le miento descaradamente con una sonrisa falsa—, es buen plan ¿No?

—Es cierto, será solo un hasta luego, por ahora lo mejor será dividirnos —Santiago entiende mis intenciones y me sigue la corriente.

—Quizá… tienes razón…—dice Rubén con una mirada triste y una sonrisa poco convincente—, ya que nos encarguemos del acechador… regresaremos a por ti…

—Suena como un buen plan, entonces nos vemos —le digo continuando con la mentira para que se vaya de una vez.

—Si… nos vemos… —responde con una expresión vacía.

—Lo siento… y… gracias… —me dice Santiago en voz baja mientras se despide con un poco de pena en su mirada…

—Adiós… —me despido de ambos mientras suben las escaleras…

Me recargo contra la pared y cierro los ojos… por primera vez en días puedo relajarme tras tanto tiempo torturándome con el miedo de ser abandonado… supongo que esto es lo mejor, si este iba a ser el final prefiero que sea bajo mis propios términos.

"Apuñalar o ser apuñalado"

Me niego a aceptar lo que dice ese dios inútil, siempre existe una tercera opción…

—¿La de sacrificarte por los demás como un mártir? —dice el dios inútil en cuestión, que, pese a que sigo despierto, puedo escuchar como su voz resuena en mi cabeza—, esas son patrañas.

—Déjame descansar…

—Pudiendo traicionarlos para sobrevivir o como mínimo luchar hasta que te dejen atrás decidiste solo dejar de jugar y rendirte… eso es taaaan patético.

—¿Te duele saber que estabas equivocado?

—¿¿Perdoooon?? ¿Equivocado en qué? —refuta ofendido como una diva.

—Disfrutas viendo a los demás sufrir y te convences de que a los humanos también… —respondo en voz alta sin abrir los ojos—, pero de esta manera nadie sufrirá… yo decido quedarme atrás y ellos no tendrán que cargar con ninguna culpa.

—Uy si, que heroico de tu parte —responde con sarcasmo— ¿Así que si ahora te ofreciera salvarte te negarías con tal de mantener tu benevolente sacrificio?

—Si no tuviste el poder de aliviar la petrificación hace días, no tienes nada que hacer contra mi condición actual, acéptalo, no eres un dios tan grandioso como dices —me burlo de él haciéndolo refunfuñar con indignación.

—Eso no tiene nada que ver, además, es otro tipo de trato el que tengo para ofrecerte.

—Deja los juegos, solo quiero un poco de paz.

—Andaleee, no tienes otra cosa que hacer de todos modos —insiste como un niño haciendo pucheros—, de hecho, no tengo porque preguntarte, no es como si pudieras callarme.

—Eres un dolor de cabeza…

—Y a mucha honra, pero pasemos a lo bueno, yo, Adler, te ofrezco mi favor divino, elige: ¿Deseas que te ayude a calmar el dolor? Acelerando la petrificación de manera indolora —pregunta mientras una luz se ilumina en mi conciencia— ¿O deseas que acabe con todo esto? Deteniendo tu corazón y con él, tu existencia en este plano terrenal —continua mientras una segunda luz aparece al lado.

—¿Qué clase de opciones son esas?

—Lo que deseabas: paz… del tipo eterna.

—En ese caso… termina con esto, no quiero convertirme en un petrificado —le digo aceptando que es el final.

—Sabes, detener tu corazón no es algo indoloro, digo, nunca me ha pasado, pero juraría que es doloroso —añade en un intento de convencerme de lo contrario—, además, ¿No piensas en mí? Sin ti tendría una fuente de entretenimiento menos, si te conviertes en esas cosas aún podría ver como termina todo esto, que tan lejos llegas o a cuanta gente matas.

—Me das asco… solo acaba con esto —le repito con firmeza.

—¿Con "Esto"…? —pregunta Adler lentamente—, o sea, cuando hablas de "esto" ¿Quieres decir que acabe con "este" trato y tome la decisión por mi cuenta? A la orden.

—¿Qué? No, no quiero eso, no… —su "presencia" desaparece de mi mente dejándome hablando solo—, Adler, no te atrevas, por una maldita vez no seas un…

Una sensación extraña en mi piel me hace abrir los ojos, la petrificación se extiende por mi cuerpo como si tuviera vida, sube por mis piernas, mis brazos, mi cuello, mi cara…

—Maldito seas… eres un hijo de… —las costras sellan mis labios para después sumirme en la oscuridad al alcanzar mi otro ojo.

En cuestión de minutos, cada centímetro de mi piel ha sido cubierto, inmovilizándome en el proceso. Tras unos minutos muy claustrofóbicos… siento como mi "interior" se empieza a petrificar.

El cómo la piedra atraviesa mi piel y lentamente consume mi interior es una sensación muy desagradable y difícil de describir. Lo que antes pensé que era estar paralizado pasa a ser una nimiedad cuando cada fibra muscular se petrifica, como el respirar comienza a volver aún más difícil conforme mi garganta y pulmones se detienen llevándome a una asfixia dolorosa y aterrorizante que parece durar una eternidad.

 

 

"No quiero morir…"

 

 

Las últimas palabras en el diario de aquel hombre vienen a mi mente como un recuerdo desagradable… pensé que yo ya me había mentalizado… pero… supongo que nadie está realmente preparado …

 

 

 

 

 

Yo tampoco quiero morir…

 

 

 Estoy asustado…

 

 

 Duele…

 

 

 Rubén…

 

 

 Quien sea…

 

 

 

 

 

 

 

Por favor ayúdenme…


next chapter

章節 10: Capítulo 6: 37 X 4 (1)

¿? De ¿¿¿??? De ¿¿??

Día ¿?

¿Qué paso?

¿Dónde estoy?

¿Soy un petrificado?

¿Estoy muerto?

Lo último en mis recuerdos una extraña sensación de calidez en mi pecho, justo cuando sentía que mi mente se desvanecía tuve una sensación de libertad y paz que di por hecho que era la muerte.

Abro mis ojos lentamente… pero lo único que veo es un techo de concreto y una lampara fluorescente sobre mí. Aun desorientado y acostumbrándome poco a poco a luz me siento y veo a mi alrededor, siendo lo primero que llama mi atención, la silueta de un desconocido frente a mí.

—¡Nombre, edad y producto de 37x4! —me grita apuntando el cañón de una escopeta a pocos centímetros de mi cara.

—¿¡Eh!? —exclamo asustado al ver el arma y notar que algo me impide mover mis brazos y piernas.

—¡Nombre, edad y producto de 37x4! —repite impacientemente con una voz grave pero no tan rasposa como podría esperar dada su abundante y canosa barba.

Me retuerzo asustado intentando liberarme, pero las cadenas que me retienen lastiman mis muñecas… Espera ¿Me… lastiman?

Dirijo mi mirada a mis manos… están completamente libres de costras de piedra al igual que mis brazos, piernas y todo mi cuerpo.

—¡¡Nombre, edad y producto de 37x4!! ¡¡No lo repetiré de nuevo!! —el hombre da un ultimátum con aun más impaciencia poniendo su dedo en el gatillo del arma.

—¡Marcos! digo, ¡Marco! tengo 21 años, no dispare —respondo de inmediato

—¡Producto de 37x4! —vocifera sin apartar el arma ni un milímetro

—¿¿Cómo?? —respondo desconcertado a lo que él pone el cañón directo en mi frente—, es… es… ¿148?

El hombre aparta la escopeta de mi cara con un suspiro de alivio… aunque soy yo el que debería suspirar.

—Te pido una disculpa por tal recibimiento de mi parte —se disculpa con una voz suave y un tono muy elegante que contrasta con toda la situación—, no obstante, era imperativo confirmar que estuvieras en pleno uso de tus facultades.

El hombre se acerca a mí y empieza a quitarme las cadenas, la situación me tiene tan perplejo que ninguna palabra sale de mi boca… sin embargo, al verlo más de cerca noto que no es tan viejo como sus canas aparentan, quizá este entre los 45, pero es difícil asegurarlo, tiene los músculos y el físico de un deportista de 25, y aun con eso, lo que más me extraña es lo pulcro y limpio que se ve, con una camisa y un chaleco en perfecto estado asi como una barba muy bien cuidada…

¿Quién diablos es esta persona?

—Has de estar desconcertado, después de todo estuviste a poco de ser consumido por completo —dice dándose la vuelta y sirviendo algo caliente en un par de tazas—, no obstante, tuviste mucha suerte muchacho.

—¿Suerte? —logro salir de mi desconcierto solo para cuestionar esa afirmación tan estúpida.

—En efecto, te encontré en la última fase de la cristalización, incluso dude en socorrerte debido a que considere que podría ser muy tarde —sus palabras me confunden un poco pero creo saber de qué habla—, toma esto, te servirá para despejarte.

Me extiende una de las tazas humeantes, en principio dudo en si aceptar la bebida de un extraño es buena idea… pero tras verlo tomarse la suyo como si nada y sumado a la sed que tengo, le doy un sorbo.

—Dios… —exclamo tras casi escupir del asco— ¿Qué es esto?

—Té de jengibre, excelente para la salud, pésimo sabor, aquí tienes un poco de miel para aminorar lo picante.

Me cuestiono si realmente no se trata de veneno… pero no creo que vaya a intentar algo asi después de tenerme encadenado y a punta de escopeta… O al menos eso quiero creer…

—¿Cómo lo hizo…? —pregunto tras acabar mi taza con más miel que té y ver nuevamente mi piel libre de costras o heridas— ¿Cómo me sano?

—Si te refieres a la cristalización, es sencillo, solo use estos: —saca unos cuantos cristales de formas irregulares de su bolsillo, todos con un extraño brillo azul—. Aunque por tu expresión doy por hecho que no los reconoces, dime ¿Cuánto tiempo tienes de haber despertado tras el cataclismo?

—No estoy seguro… hace poco más de una semana… quizá dos… —volteo a mi muñeca en busca de mi reloj pero no lo tengo conmigo.

—¡Caramba! Eso es inaudito, pensaba que no habría quienes "hiper hibernaron" por más de un mes… y tú lo hiciste por tres —el hombre se ve bastante sorprendido y empieza a divagar sobre ello hasta notar mi confusión—, una disculpa, estábamos hablando de los cristales, bueno Marco, doy por hecho que ya has tenido encuentros con cristalizados.

—¿Qué cosa…?

—Los cristalizados, los hombres roca, las estatuas vivientes, los que quizá tu generación podría denominar "zombis" —dice mientras hace comillas—, considero que cristalizados es un mejor termino, ya que, hasta donde llegan mis conocimientos y teorías, son el resultado de un proceso bioquímico que cristalizó el interior de los humanos y simultáneamente petrificó el exterior dando nacimiento a estas insólitas criaturas.

—Esos cristales… ¿Está diciendo que los saco del interior de una de esas cosas?

—En efecto, todos cuentan con un núcleo de cristal brillante y de tonalidad morada en su interior, al fracturarlo este se torna de un color azulado como el de estos —continua con su explicación—, son el secreto para revertir la cristalización… o "zombificacion" si te es más familiar ese término.

—Increíble… me es difícil procesarlo, ni hablar de entenderlo… creí que iba a morir y ahora me sale con todo esto…

—No te angusties muchacho, yo tampoco lo entiendo del todo, aunque eso lo hace aún más fascinante —expresa mientras se mantiene observando el cristal con admiración—. Lo malo es que son difíciles de estudiar y se gastan muy rápido, revertir la cristalización en tu cuerpo me costó bastante tiempo y una gran parte de los que tenía en mi posesión, inclusive a la mitad del proceso no estaba seguro si lo lograría.

—¿Por qué ir tan lejos…? —pregunto mientras intento procesar la idea de que ese hombre me encontró en aquel estado, me trajo hasta este lugar, gasto esos cristales que parecen ser bastante valiosos… sin siquiera saber quién soy.

—¿Acaso no es evidente? —responde más desconcertado que yo—, fue porque estabas a punto de perecer, te vi a ti y a tus colegas rondar por las calles, los intente alcanzar pero te encontré en ese deplorable estado y… henos aquí.

—¡Los acechadores! Había dos de ellos, si lo siguieron entonces estamos en peligro —exclamo al recordar que teníamos esas cosas pisándonos los talones— ¿¡Cuánto tiempo ha pasado!? ¿¡Cuánto nos alejamos!?

—Tranquilo —dice mientras evita que me ponga de pie—, si con "acechadores" te refieres a los cristalizados cuadrúpedos tipo sabueso entonces no tienes de que preocuparte, ya los neutralice.

—¿Neutralizar…? ¿Usted acabo con esas cosas…? —pregunto incrédulo al pensar que él podría contra no uno… sino dos de ellos.

—Si, a priori, intentar enfrentar a dos a la vez sería una tarea intrincada de la cual difícilmente saldrías ileso, pero con paciencia todo es posible, después de todo, siguen patrones muy predecibles.

—Yo… no estoy entendiendo, durante estos días he estado al borde de la muerte múltiples veces a causa de esas cosas… y usted habla de ellos de manera tan… despreocupada…

—Marco, en el campus se los dije muchas veces, en palabras de Francis Bacon: "El conocimiento es poder". Tras solo dos semanas despierto es normal que este mundo te parezca incomprensible, el primer mes después de despertar ensucie mis pantalones decenas de veces, pero heme aquí, sobrellevando la adversidad.

—¿En el campus…? Espere, ¿Cómo sabe mi nombre?

—No soy el mejor, pero soy capaz de recordar a la mayoría de mis ex alumnos —responde con naturalidad mientras le da un sorbo a su picante bebida para luego levantar las cejas al notar mi desconcierto—. Oh, mea culpa, doy por hecho las cosas muy a menudo, pero en efecto, no siempre me he visto asi. Me presento nuevamente Marco, soy Nicolás, quizá me recuerdes mejor como "profesor Sapiens", te impartí la asignatura de cálculo el semestre anterior.

Eso si no lo venir. Pese a que ahora puedo ver las similitudes, el profesor Sapiens que recuerdo no tenía el cabello y barba tan largos… sin mencionar lo fornido que está actualmente, aunque con esa manera de vestir y hablar sin duda se trata de él.

—No puede ser… —digo asombrado viéndolo de arriba abajo.

—Pese a que te integraste a mi curso en la recta final recuerdo que fuiste un alumno sobresaliente.

—No creo que esa sea la mejor manera de describir mis calificaciones en esa materia.

—En efecto, tus habilidades en cálculo fueron deficientes y en otras materias solías tener calificaciones promedio, sin embargo, pese a no demostrar mucha pasión o visión… podía ver el potencial dentro de ti.

—Tengo muchas preguntas… —cambio de tema ya que hablar de la escuela en este momento es un desperdicio.

—Adelante, ¿Qué es el conocimiento sino para compartirse? —exclama el profesor mientras acerca su banco hacia mi—, confió en que mis dotes como maestro me servirán para aclararte cualquier duda de esta surreal situación.

Son tantas las cosas que no entiendo que mi cabeza está hecha un lio y no logro articular ninguna palabra.

—No hay necesidad de desesperarse, tenemos tiempo y no hay límite de preguntas.

Sus amenas palabras me calman un poco, quizá me malacostumbre demasiado a Adler. Respiro profundo activando Respiración Zen inconscientemente y ordeno mis pensamientos.

—¿Dónde estamos? —pregunto viendo a mí alrededor.

—En el sótano exterior del edificio de mantenimiento, al noroeste del campus.

—¿En serio…? —pregunto confundido, aunque ciertamente, tras huir tanto tiempo y dar vueltas por todos lados en realidad no se ni donde estábamos antes.

—En efecto.

—¿Qué día es? ¿Cuánto tiempo estuve dormido? ¿Dónde está mi reloj? —las preguntas vuelven a arremolinarse en mi mente.

—Contestando en ese orden: hoy es jueves 07 de Agosto de 2021, dormiste alrededor de 30-32 horas y tu reloj está en la caja contigua a tus zapatos —responde señalando mis cosas.

—Eso es mucho tiempo…

—La cristalización es de temer.

—¿Qué hay en todos esos baúles y cajas? —señalo al montón de cosas repartidas en estanterías, mesas y el suelo.

—Cuento con una gran variedad de recursos tales como comida enlatada, deshidratada, medicina, ropa, herramientas y todo lo que podríamos necesitar para sobrevivir un muy buen tiempo.

Al escucharlo mencionar la comida me vuelvo consciente del hambre que tengo, mi estomago también parece recordarlo ya que al instante suelta un gruñido muy fuerte, lo cual me avergüenza un poco.

—Ya hace hambre ¿Cierto? —me pregunta mientras se levanta. Pareciera como si hubiera leído mi mente—. El resto del agua ya debe estar hirviendo, iré por ella para cocinar algo y asi continuamos con las preguntas mientras aliviamos la gazuza, a menos que prefieras continuar con nuestra charla.

—No… puedo esperar… —respondo aun con muchas dudas pero con el hambre callándolas.

—Entonces regreso en un santiamén.

El profesor sale por una puerta y se le escucha subir unos escalones, lo cual, sumado a la falta de ventanas me confirma que debe ser un sótano. A mi alrededor no hay mucho que ver, solo cajas por doquier, si realmente contienen todo lo que dijo debió haber pasado mucho tiempo buscando… o robando…

No debo confiar ciegamente en él, era un profesor amable pero eso no significa nada en este mundo… aunque… no logro entender porque me salvo si ese fuera el caso.

La escopeta recargada en la mesa de al lado se roba toda mi atención… ¿Qué diablos? ¿Cómo puede dejar su arma desprotegida? Soy prácticamente un desconocido… ¿Realmente confía tanto en mí? ¿O es solo… demasiado inocente?

Todo este lugar es suyo… y si yo tomara la escopeta en este momento…

—Dame un par de minutos y te daré un festín —vocifera al entrar con una tetera humeante interrumpiendo ese pensamiento intrusivo.

Disipo esa idea de mi mente e intento ver que está cocinando, aunque sentado en estos tendidos en el suelo me es imposible.

—No intentes moverte mucho —dice al escuchar como trato de ponerme de pie con dificultad. Siento los músculos entumidos—. La reversión de la cristalización no es magia, pone una gran carga en el cuerpo del individuo, por lo que es imperativo que descanses y comas algo contundente.

Lo obedezco y después de unos minutos un delicioso aroma cubre el lugar, el profesor se acerca a mi sosteniendo un plato caliente, cuando me lo entrega veo que son unos fideos instantáneos con un pedazo de carne de extraña apariencia, acompañado de algunas verduras y champiñones que, por su apariencia, probablemente salieron de una lata.

—No es una receta de estrella Michelin, pero el jamón enlatado es de lo mejor que se puede conseguir actualmente —añade mientras empieza a comer.

La apariencia no es de lo mejor, pero con tanta hambre ni siquiera me detengo a pensar en ello. El sabor es celestial, probablemente porque es la primera comida caliente y condimentada que he tenido en semanas, es tan bueno que me nubla la mente.

—Esto esta delicioso —balbuceo con la boca llena.

—No hay mejor condimento que el hambre —bromea con una ligera sonrisa.

Se suponía que continuaríamos con las preguntas mientras comíamos, pero todo desapareció de mi mente en cuanto el primer bocado entro en mi boca.

 

—Te recomendaría descansar un poco más, no obstante, adelante con cualquier duda —me dice mientras intento no caer rendido de cansancio una vez con el estómago lleno.

—Se que dijo que logro revertir la petrificación con los cristales pero… ¿Cómo es posible algo asi? ¿Hizo alguna medicina con ellos?

—Explicar eso es sencillo… y a la vez complicado… —responde el profesor meditando como proseguir—. Como mencione unos momentos atrás, mi mejor teoría es que la cristalización y/o petrificación y/o "zombificacion" es alguna clase de infección que mediante un proceso bioquímico cambia la composición de nuestro cuerpo.

—Si…

—Pero no hay precedentes para algo asi, por lo que hacer alguna clase de antídoto o vacuna sin recursos humanos y tecnológicos de última generación roza los límites de lo imposible.

—¿Entonces…?

—Soy un hombre de ciencia, pero aun asi lo único que puedo responder es que hay algún tipo de "alquimia" involucrada.

—¿Alquimia…? ¿Cómo magia?

—La magia es una ilusión que esconde un truco tras de sí… la alquimia, por otro lado, es la madre de la ciencia… pero con fundamentos y objetivos que rozaban lo imposible.

—No estoy comprendiendo.

—Una disculpa, quizá me estoy yendo mucho por las ramas, hacia mucho que no hablaba con otro ser vivo —responde riéndose y tomando más té—, la mejor manera de explicártelo es con una demostración, para ello "mantuve" esto.

Se sube ligeramente la manga derecha dejando a la vista cuatro costras alargadas de piedra en su brazo que se asemejan a un arañazo.

—Lo sabuesos son predecibles, pero también muy fuertes —explica mientras toma el cristal con menos brillo—. Asi se ve una herida en fase dos.

—¿Fase? —pregunto mientras se me pone la piel de gallina al recordar como duelen las heridas causadas por esas cosas.

—En efecto, es cuanto la piedra cubre una herida que podemos denominar en fase uno, es decir, abierta e "infectada" por la cristalización.

—Ok, eso lo entiendo…

—Si no tomara contramedidas y dejara pasar el tiempo y/o me viera expuesto a una mayor cantidad del "agente infeccioso", esto avanzaría hasta la fase tres: la expansión, con la cual ya estas familiarizado —continua explicando mientras camina alrededor como si estuviera dando una clase—, posterior a ello sigue y finaliza con la fase número cuatro: la interiorización, es similar al proceso de transición entre una oruga a una mariposa, cuando el exterior ha sido completamente petrificado creando una "crisálida", el proceso continua hacia el interior del cuerpo… Culminando al llegar al corazón, dando origen al núcleo y único punto débil de los cristalizados.

—Entiendo… —repito procesando la información.

—Dada esa explicación, lo siguiente es lo que hasta ahora escapa parcialmente de mi entendimiento dejándome con teorías menos solidas —con el cristal presionado su brazo, el profesor cierra los ojos e inhala de manera profunda.

El cristal en su mano empieza a emitir luz leve y, como si de magia se tratase, las costras de piedra adheridas a su piel se hacen polvo sin dejar marca tras de sí.

—¿Eso es todo…? —pregunto desconcertado— ¿Solo con tocarlo?

—No, ahora toca explicarte la parte… "compleja"… —responde pensando cada palabra antes de decirla—. La teoría es que los cristales están cargados con una energía especial la cual es necesario redireccionar de una manera muy específica.

—Pero usted solo lo puso…

—Piensa en este cristal como una batería —me interrumpe mientras me lo acerca para hacerme ver que ha perdido su color y brillo—, le quedaba poca "energía", la use y ahora está vacío.

—Oh… —exclamo al ver como al momento de presionarlo un poco entre sus dedos este se pulveriza.

—Imagina que esta batería tiene un transistor, solo se activa al recibir una señal de mi parte, a lo que preguntaras: "¿Cómo hago eso?" —dice con su tono catedrático—, esa es la parte complicada de explicar, es más sencillo si directamente prácticas y encuentras tu… "interruptor", no sé cómo llamarlo.

—¿Interruptor?

—Tienes que hacerlo para comprenderlo, una disculpa, no tengo suficiente conocimiento de ello.

—No, no, lo entiendo… en realidad estoy sorprendido de que sepa todo esto…

—Bueno, el método científico nunca falla, probé muchas cosas antes de dar con la manera de combatir esas cosas.

—¿Cómo que combatir? ¿No era para curar?

—Excelente pregunta y de nuevo la mejor manera es mediante una demostración —exclama con emoción—, primero una explicación resumida: Absolutamente todos fuimos petrificados después de aquella explosión, algunos despertamos antes y otros después, pero lo que todos tenemos en común es que mutamos… una energía despertó en nuestro interior, y al igual que con un musculo, podemos entrenar y conseguir cosas increíbles con ella, desde revertir la cristalización hasta cosas como esta:

El profesor extiende su brazo y tras unos segundos unas costras de piedra empiezan a cubrirlo por completo, pero a diferencia de las que había visto antes, estas son uniformes y forman un patrón que convierte su brazo en una imponente espada de piedra lisa, como si hubiera sido esculpida por un artesano.

—¡Por dios! ¿Está bien? —pregunto asombrado y asustado.

—En efecto, esto no me causa ningún daño, es para demostrarte que hay manera de luchar de vuelta, no con este tipo de arma, seria inefectivo, solo moldee algo que se viera fascinante —explica mientras la piedra en su brazo se reacomoda lentamente en la forma de martillo dejándome boquiabierto—, esto si sería más efectivo.

—Increíble…

—Las posibilidades solo se limitan a tu imaginación —exclama subiendo la parte de debajo de su pantalón dejando a la vista lo que parece ser su pierna cubierta de piedra—, perdí esta extremidad hace un tiempo en un desafortunado evento, pero lo solucione creando una prótesis que, fuera del hecho de que tiene nula sensibilidad, la puedo mover con incluso más libertad que antes.

—Pensé que lo había visto todo… pero esto… esto lo hace más extraño y confuso.

—En efecto, cada día que pasa entiendo menos cosas y tengo más preguntas, no obstante, también aprendo nuevas cosas cada día. Sé que debes haber pasado por cosas terribles… pero todo estará mejor, puedes estar tranquilo —me consuela con una sonrisa honesta que hace desaparecer el peso en mis hombros.

—¿Puedo preguntarle una cosa más? O más bien pedirle algo…

—Adelante.

—Quizá es abusar de su amabilidad pero… los chicos que iban conmigo… también eran estudiantes, eran mis compañeros y estaban en una situación casi tan mala como la mía… ¿Hay manera de ayudarlos…? —pregunto con timidez.

—Pero por supuesto, desde un principio mi objetivo era ayudar a los tres —Su respuesta me alivia y me hace darme cuenta que Rubén tenía razón… aún hay buenas personas—, sin embargo, es imperativo que primero recobres tus fuerzas y aprendas lo básico en el control de la cristalización, de otra manera no sobrevivirás allá afuera mientras los buscamos.

—Cierto… deben estar muy lejos… —respondo con desanimo.

—Por lo tanto mañana empezaran las lecciones y también te contare sobre la estrategia.

—¿Estrategia?

—En efecto, la estrategia definitiva para salir de este agujero —exclama con pasión—, hay un mundo muy distinto más allá de este desierto de piedra.

Su respuesta me deja intrigado… sin embargo, sus palabras de consuelo y alivio hacen desaparecer las ansias y el estrés acumulado de hace semanas haciendo que me haga consciente de lo agotado que estoy.

—La paciencia es una virtud Marco, mejor descansa —dice al verme el cansancio en mis ojos asi como mi lucha interna por seguir preguntando cosas.

Decido hacerle y me recuesto una vez más. Por primera vez desde que todo esto empezó puedo cerrar los ojos y dejarme llevar por el sueño.

 

08 de Agosto de 2021

Día 16

El entumecimiento y el cansancio desaparecieron, una verdadera noche de descanso hace la diferencia. Busco al profesor solo para darme cuenta de que estoy solo, es un sótano amplio pero puedo darme cuenta de ello con una simple mirada alrededor.

Aun con la lámpara apagada el lugar se ilumina por completo gracias a dos tragaluces en las esquinas del techo, por lo que aun sin ver mi reloj estoy casi seguro de que debió amanecer hace rato.

Camino hacia la única salida del lugar con una inevitable tensión, todo lo que sucedió ayer aun parece irreal. Tras abrir las puertas me veo frente a unos escalones que dan hacia una escotilla, que, a juzgar por la luz que entra por las rendijas de esta, da al exterior.

Dudo unos segundos hasta que reúno el coraje para abrirla y asomarme. El intenso sol me deslumbra obligándome a entrecerrar los ojos, seguido de esto siento el viento, el calor, hasta el aroma del exterior, no me había percatado de lo sofocado que se siente allá dentro.

Lo primero que llama mi atención, a unos 20 o 30 metros, es un pequeño muro de apenas un metro de alto que rodea el lugar formando un perímetro bastante amplio y despejado, como toque final, hay una gran cantidad de cuerdas con latas atadas sobre dicho muro, lo cual solo puedo suponer que funciona como un sistema de alarma rudimentario.

En el centro del área se encuentra el profesor, hace ejercicios de barra con una facilidad impresionante, ahora estoy seguro del porque no lo reconocí, el profesor Sapiens que conocía era un señor entrado en años que no estaba en su mejor forma… nada que ver con quien tengo en frente en camiseta de resaque exhibiendo unos músculos envidiables.

—Buenos días Marco, veo que ya estas despierto —me saluda en voz alta en cuanto me ve, dejando de lado su ejercicio para acercarse a mi— ¿Cómo te sientes?

—Bien, mejor que ayer al menos.

—Perfecto, porque tenemos cosas que hacer, aunque tendrás que permitirme terminar con mi rutina matutina primero —dice mientras camina de vuelta hacia donde antes ¿Para qué vino hacia acá entonces?

—Claro… —le respondo mientras camino detrás suya.

—Es de vital importancia mantener el cuerpo y la mente en forma, a partir de mañana me acompañaras en ello.

—¿Que?

—Aunque aprendas a controlar la cristalización no servirá de nada si no tienes la fuerza y resistencia para usarla de manera eficiente —explica bajando a pecho tierra—, puedo ver que te hace falta mucha condición física.

Mi orgullo es herido por su honestidad, pero tiene razón, fue solo gracias a Rubén que logre sobrevivir más allá del primer día.

—Por ahora da una vuelta por lugar, familiarízate con él en lo que finiquito esto —acto seguido empieza a hacer lagartijas con una sola mano dejándome más sorprendido que antes.

 

Dándole una mirada más profunda a los alrededores me doy cuenta que el lugar está totalmente limpio y libre de escombros o basura, además, del otro lado de los muros hay una profunda zanja de casi un metro. Construir todo esto debió haberle tomado días… o semanas.

Tras unos veinte minutos el profesor parece terminar sus ejercicios dirigiéndose primero a lo que parecen ser los restos de una fogata con una parrilla encima.

—¿Qué te parece este humilde bunker? —me pregunta cuando me acerco.

—Es… impresionante ¿Usted hizo todo esto solo? —su expresión cambia mostrando un poco de melancolía.

—No… lo cierto es que no estuve solo, mi estimada colega, la profesora Ilse Cruz, estuvo conmigo por bastante tiempo, construimos todo esto juntos pero… es un mundo duro y cualquier error significa la muerte.

—Oh… perdón por preguntar…

—Nunca te disculpes por hacer una pregunta, en la vida siempre habrá algunas que sean difíciles, incomodas y/o dolorosas, pero aun así todas valen la pena —expresa con inspiración—. Si, mi colega falleció, pero no fue en vano, la inmortalidad de la humanidad reside en el trabajo en equipo y los avances que hacemos… pero ya fue mucho parloteo contigo en ayunas, iré a prepararte algo.

El profesor baja por la escotilla y lo espero sentado en un pequeño banco de madera bajo la sombra del edificio que tenemos justo al lado.

—Doy por hecho que podrás entender que no podremos tener festines como los de ayer a diario —regresa con un par de latas de atún y verduras asi como con un cambio de ropa distinto, portando una camisa abotonada acompañada de un chaleco al igual que ayer—, la comida sigue siendo un recurso valioso, racionarla correctamente es importante para no sufrir en tiempos de vacas flacas.

—Tras haber pasado hambre por días cualquier cosa me seguirá pareciendo un festín.


Load failed, please RETRY

每周推薦票狀態

批量訂閱

目錄

顯示選項

背景

EoMt的

大小

章評

寫檢討 閱讀狀態: C9
無法發佈。請再試一次
  • 寫作品質
  • 更新的穩定性
  • 故事發展
  • 人物形象設計
  • 世界背景

總分 0.0

評論發佈成功! 閱讀更多評論
用推薦票投票
Rank 200+ 推薦票榜
Stone 0 推薦票
舉報不當內容
錯誤提示

舉報暴力內容

段落註釋

登錄

tip 段落評論

段落註釋功能現已上線!將滑鼠移到任何段落上,然後按下圖示以添加您的評論。

此外,您可以隨時在「設置」 中將其關閉/ 打開。

明白了