Eventualmente, el puercoespín fue salvado y retirado de la jaula. El murciélago ya no estaba en reposo, pero seguía colgado de las barras de la jaula, observando alerta sus alrededores.
Agitaba las dos orejas y bostezaba de vez en cuando, dejando ver sus poderosos colmillos. El ataque de hacía unos momentos era posiblemente uno de tipo supersónico, con frecuencia aguda. Mientras rescataban al puercoespín, Gao Peng pudo mirar de reojo y vio que le salía sangre de los oídos y de los ojos.
Algunas espinas del lomo también estaban quebradas y parecía que se caerían en cualquier momento. El puercoespín se veía incómodo, se arqueaba hacia atrás y un par de espinas se le salieron. Parecía que se había quedado calvo de esas zonas, pues tenía la piel expuesta. Avergonzado, le dio la espalda al público,
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