Las tristes ruinas de la que fuera una gran ciudad se extendían a su alrededor como un desolado laberinto de piedra. Con cielos grises en lo alto y nada más que un silencio muerto rodeando al grupo de cuatro tensos Dormientes, parecía como si estuviesen caminando por un enorme y ciclópeo cementerio.
Sunny tenía que recordarse constantemente que había incontables horrores escondidos en las ominosas sombras de la Ciudad Oscura. Un paso en falso podría ponerlos en grave peligro. En estas antiguas ruinas, no tenían más remedio que confiar sus vidas en manos de su guía.
Afortunadamente, la guía en cuestión no era una sombría poeta muerta, sino una mujer joven alta y extremadamente atractiva vestida con una armadura arcaica y agradablemente reveladora. En estas circunstancias, Sunny prefería mucho más la compañía de una guerrera que la de un escritor inútil.