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90.47% Entre Mundos El comienzo del destino / Chapter 19: Capítulo 19

章節 19: Capítulo 19

Día 11

Julia despertó en su nueva casa en ese mundo, seguía algo adormilada así que no distinguía muy bien lo que había frente a ella, su vista se aclaraba lentamente hasta ver a Melissa frente a ella.

— Buenos días. — dijo Melissa.

— Buenos días. — le respondió.

— Mi mamá me dijo que te despertara.

— ¿Ah si?

— La comida esta lista.

— ¿En serio? ¡Porque tengo mucha hambre!

— ¡Entonces ven conmigo!

Melissa tomó la mano de Julia y la intentaba arrastrar fuera de la cama, Julia se levantó y siguió la guía de la niñita. Melissa la llevó hasta el patio trasero donde se encontraba Marine con ropa más casual frente a una fogata con una olla de barro sobre una placa de metal sirviendo como una estufa hirviendo agua.

— ¡Buenos días dormilona! — dijo Marine. — ¿Qué tal la noche?

— Buenos días. — repitió Julia. — Mejor que las anteriores.

— Me imagino que tienes hambre.

— Solo he comido tres veces en estas casi dos semanas.

— Ven, te mostraré que hay de desayunar.

Marine le mostró un plato de huevos revueltos, lo que parece pechuga de algún ave bañada en salsa de bayas nativas. Le entregó el plato a Julia, lo admiró con ganas, pero Marine le impidió comer, sacó un vaso también de barro, una taza de metal, un calcetín limpio, metió en el calcetín un polvo gris y con la taza le dejó caer agua hirviente, por debajo salía el agua de color gris. Marine le entregó el vaso, del liquido desprendía un olor a café.

— Vamos, bebe. — dijo Marine.

Julia tomó un sorbo y descubrió que era café. Marine le dejó comer finalmente, Julia devoró el plato completo y se tomó el café.

— ¡Oh por Dios! — gritó Julia. — ¡No había comido así desde hace mucho tiempo!

— Me alegra que te guste. — dijo Marine felizmente. — Me cuesta cocinar para toda una familia, nunca fui una ama de casa en mi vida.

— ¿De donde sacaste ese café?

— Al llegar a este lugar, los nativos nos recibieron con un vaso de café, yo pensaba que nos daban mercurio con solo ver el color, pero Dios, estaba equivocada, era el mejor café que probé en mi vida, resulta que lo cultivan aquí, esta meseta tiene las condiciones perfectas para esta variante, si se puede decir de alguna manera, del café terrestre, la semilla es de color gris y por eso le da ese color al café.

— ¿No te parece curioso que le digas café pero es gris?

— ¡Lo se! — ambas reían cuando Chester llegó con una bolsa de piel en su hombro y su arco en mano.

— Buenos días. — dijo Chester.

— ¡Papi! — gritó Melissa corriendo para abrazarlo.

— Buenos día, querido. — dijo Marine.

— ¡Buenos días Chester! — gritó Julia.

— ¿Adivinen qué? — preguntó Chester metiendo la mano en la bolsa de piel.

— ¿Qué pasa? — preguntó Marine.

— ¡Traje la cena! — dijo Chester sacando cuatro ardillas de la bolsa.

Marine y Melissa se emocionaron, Julia no sentía lo mismo.

Pasaron las horas y Julia se empezó a aburrir, fue a su habitación, sacó su lanza y decidió probarla, se fue al patio trasero y la empezó a mover en el aire, fingiendo estar en una pelea, una que parecía estar perdiendo. Siguió así por unos minutos hasta que notó a Chester mirándola con horror mientras movía su lanza a diestra y siniestra.

— ¡Para por favor! — gritó Chester. — ¡Te ruego que pares!

— ¿Qué pasó? — preguntó Julia. — ¿Qué hice?

— Niña, no puedes simplemente mover en el aire esa lanza y esperar que te vuelvas una experta.

— Bueno… es mi primera vez usando una de estas.

— Me doy cuenta. Te diré algo, que tal si mañana te llevo a la cacería mensual para la aldea y verás como se usa una lanza.

— Yo no se.

— Como eres una novata, les diré a todos que iremos por un garra mortal.

— Lo pensaré.

— Bueno, mañana al alba, te espero a la cueva de los Gran colmillos.

Chester procedió a irse vigilando que Julia no hiciera nada con la lanza, Julia lo miró confundida mientras se alejaba hacia un grupo de hombres y mujeres. Julia regresaba a la casa cuando Marine apareció por el umbral de la puerta.

— ¿Cuál es su problema? — preguntó Julia.

— Discúlpalo — dijo Marine algo avergonzada. —, es el mejor cazador de la aldea y un gran amante de las armas, cada vez que ve a alguien usando mínimamente mal alguna arma, lo corregirá e instruirá para que la use bien, de hecho, él es el que entrenó a varios cazadores jóvenes, incluso intentó entrenar a nuestra hija, me negué pero igualmente le obsequió un cuchillo de madera con un listón rojo que a veces ella viste en su cintura, no quiere aprender que eso va en su cabello como un moño.

— ¿Entonces, va a entrenarme?

— Lo más probable, pero tranquila, el es un hombre sereno, razonable y amable.

Día 12.

Era muy temprano, Julia despertó y no había salido el sol aún. Abrió la caja pequeña, se vistió con su sudadera, sus pantalones y sus zapatillas, tomó su lanza y salió de la casa, corrió a gran velocidad por la aldea y el bosque hasta llegar al túnel donde la esperaba un grupo de cinco hombres y cinco mujeres, alguno siendo muy jóvenes.

— ¡Viniste! — dijo Chester. — Muchachos, les presento a…

— Julia — dijo. —, Julia Roberts, vengo de la Tierra.

— Ella es una novata que llevaremos para mostrarle cómo cazamos.

— Es un placer conocerlos.

El grupo la saludó, entonces Chester los reunió.

— Bien. — dijo. — Supe de una manada de garra mortales al sur, a unos quince kilómetros, nunca habían estado tan cerca, debemos rodearlos, buscar al indicado y seguiremos el plan.

— ¡¡¡SI, SEÑOR!!! — gritó el grupo.

Julia y los demás bajaron por el túnel y abandonaron la meseta, caminaron por varias horas hasta llegar a un valle, alguna de las mujeres saltaban alto para divisar al objetivo, cuando lo divisaron bajaron sus cuerpos, se acercaron para cubrirse con unos arbustos, Chester sacó una veleta para ver el viento, no había.

— ¿Recuerdan el plan? — preguntó Chester.

— Si señor. — respondieron.

El grupo se separó, las mujeres corrieron a gran velocidad alrededor de la manada hasta el otro lado, los hombres alistaron sus armas, una de ellas corrió hacia la manada, saltó y rompió una bolsa con un líquido negro sobre los garra mortales, los animales se pusieron nerviosos por la rápida presencia de la chica, otra sacó una botella con aceite, metió una flecha hasta que la punta quedara empapada, con una chispa la prendió fuego y disparó al líquido negro, entonces toda la cosa entró en combustión, era petróleo, los animales entraron en pánico y corrieron hacia los hombres, ellos separaban.

Chester estaba en un árbol y notó a un garra mortal más lento, descubrió que su cuerpo tenía quemaduras y estaba cojeando, avisó al grupo y prepararon una emboscada. Cuando el garra mortal pasó cerca de ellos, lo hostigaron con sus lanzas alejándolo de la manada, lo guiaron hacia una arboleda donde no podría escapar. El garra mortal se puso sobre sus patas traseras y sacó sus filosas garras de sus patas delanteras mientras bramaba en señal de amenaza, las chicas corrieron a su alrededor disparando flechas a su cuerpo, los hombres le tiraban sus lanzas clavándolas hasta que el garra mortal colapsó, entonces Chester le pidió su lanza a Julia, ella se la entregó, saltó y cayó con toda sus fuerzas sobre el animal asestando el golpe final, clavó la lanza en su frente matándolo.

— Gracias por dar tu vida, querido amigo. — dijo Chester al cadáver. — Apreciamos tu sacrificio. — todo el grupo celebró, Chester devolvió la lanza y silbó al cielo.

— Chester, una pregunta. — dijo Julia. — ¿Cómo se supone que llevemos esto?

— Buena pregunta. — respondió Chester. — Con una respuesta igual de buena. Verás, cuando silbé llamé a un amigo nuestro, no tardará en venir.

Mientras esperaban, algunos sacaron de sus mochilas unos arneses y cuerdas, además de sacar las vísceras del cadáver, pasaron unos minutos cuando escucharon un bramido, de pronto divisaron un cara espinosa acercarse.

— ¡Spike! — gritó Chester. Entonces el cara espinosa corrió lentamente hacia ellos. Al llegar, empezó a bramar amistosamente.

— ¿Quién es éste amiguito? — preguntó Julia.

— Este es Spike. — respondió Chester. — Lo criamos desde pequeño, luego pensamos en formas de sacar provecho de él, así que lo entrenamos para ayudarnos con presas pesadas.

— ¿Estás diciendo que lo domesticaron?

— De cierta forma si, el solo nos ayuda con la carga y luego lo dejamos irse libremente.

— Un dato curioso. — dijo Julia mirando a Spike. — ¿Sabías que él los considera como papá y hermanos?

— ¿Cómo lo sabes? — preguntó Chester.

— Puedo comunicarme con ellos y no me gusta algunas veces.

Spike vocalizó hacia Julia.

— Mucho gusto. — le dijo Julia a Spike.

Spike continuó hablándole a Julia por un momento mientras el grupo preparaba los arneses, atándolos en sus cuernos, cuello y pecho.

— Interesante. — dijo Julia.

— ¿Qué te dijo esta vez? — preguntó Chester.

— Me dijo que el norte, pasando la barrera de árboles, está muriendo lentamente.

— ¿Cómo dices?

— Las plantas se están secando, el agua está rancia y los animales mueren.

— Eso es extraño. — susurró Chester atónito, luego dirigiéndose a Spike. — ¿Puedes dar más detalles?

— Dice que no. — respondió Julia tras escuchar a Spike.

Tras atar el cuerpo a los arneses en Spike, continuaron de regreso a la aldea. Caminaron por otras horas hasta llegar al túnel.

Regresaron sin mayor problema a la aldea donde los estaban esperando con una enorme fogata en celebración a la exitosa cacería. Los aldeanos cantaban y aplaudían, algunos vestían pieles de tiranos con sus cráneos como mascaras. El ambiente era de felicidad, las mujeres pintaban los rostros de los cazadores marcas y les entregaban un collar con flores.

— ¿Y esto? — preguntó Julia sorprendida de la celebración.

— Es una tradición de esta aldea. — respondió Chester. — Hace milenios venimos haciendo esto, incluso nuestros antepasados antes de venir a esta meseta lo hacían, se cree que muestra respeto a los gigantes creadores.

— Y lo hace. — le interrumpió un venado hecho de hojas verdes. Chester y Julia se sobresaltaron ante la repentina aparición del animal parlante. — Les sugerí a los primeros humanos que hicieran estas celebraciones para que nos sintiéramos recordado.

— ¿Nat? — Preguntó Julia mirando al venado. — ¿Eres tú?

— Ciertamente, mi amiga interdimensional. — respondió mientras tomaba su forma normal, pero del tamaño de Julia. — A veces me paso por aquí y veo sus celebraciones. — tras decir eso se sentó en el suelo. Julia la acompañó.

— ¿Te nos unes, Chester? — preguntó Julia con una sonrisa.

— Lo siento, pero mi esposa e hija me esperan, a parte, tengo que recompensar a Spike por ayudarnos. — respondió Chester. Luego se fue con Marine y Melissa.

Ambas se quedaron admirando la fogata a distancia, observando la coreografía, escuchando los cantos. Julia miraba con melancolía las familias, de pronto la melancolía se volvía tristeza y la tristeza en silenciosos sollozos.

— ¿Estás bien? — preguntó Nat curiosa por la repentina tristeza de Julia.

— No… no lo estoy. — respondió en voz baja. — Ver estas familias me hace recordar mi hogar, pensar que quizá nunca regrese a mi casa, nunca pueda ver a mi madre o a mi padre por esos pocos minutos al día. — Nat le acercó su mano a Julia y de ella empezó a salir un tallo que terminó en una curiosa flor amarilla.

— Toma. — le dijo. Julia tomó la flor. — Esa fue mi primera creación en tierra firme, siempre que me pregunto que es lo que pasa con mi existencia, vuelvo a crear esa flor y la admiro, pienso que yo la cree, una deidad de apenas trescientos millones de años.

— ¿Apenas? — preguntó Julia.

— Si tomas en cuenta la edad de Terra — dijo mientras con lianas formaba una figurita de un ser con apariencia humanoide cuya piel parecía de roca sólida, con cabeza pequeña pero un cuerpo enorme, pero sus puños sobresalían. —, pues sí, soy muy joven, nuestro hermano mayor tiene cuatro mil quinientos treinta y seis billones de años de edad, al ser creado formó una pequeña roca del polvo que Astra le dio, lentamente, empezó a agrandarla, unos millones de años después Pyro se creó junto a su gemela: Sky. — tras decir eso, creó a los lados de Terra dos figuras más, uno un poco más pequeño que Terra, su piel parecía de piedra volcánica con cráteres en su espalda, mientras que la otra era una mujer con pelo apompado como las nubes y dos alas masivas que salían de su espalda, su cuerpo tenía marcas que imitaban la forma del viento. — Mi hermana creó el aire mientras que Pyro se asentó en lo mas profundo del planeta, haciendo el núcleo. Luego Aqua se creó — frente a las tres primeras figuras creó otra femenina, con una belleza inimaginable, su cabello estaba amarrado en una coleta que caía como una catarata hasta sus pies, ésta también poseía marcas en su cuerpo que imitaban ríos que caían desde sus hombros y por debajo de sus pechos hasta llegar a su antebrazo y piernas respectivamente, separándose para crear la ilusión de ser un océano, lo que llamaba más su atención eran los costados de su cabeza que, a diferencia de Sky o Nat, poseía unas especie de aletas largas con tres espinas. —, ella creó los ríos, lagos, mares, océanos, etcétera… Que no te distraiga su belleza, mi hermana tiene un carácter similar a Pyro, esos dos. — dijo mientras reía. — Siempre se pelean, lo mejor fue cuando Pyro creó volcanes en el océano y como venganza Aqua creó manantiales cerca de los volcanes. Todos ellos son importantes y estuvieron por suficiente tiempo, luego estoy yo. — dijo mientras cerró con frustración su puño.

— ¿Qué quieres decir con eso? — preguntó Julia con curiosidad.

— Digo que no soy tan importante como mis hermanos, ellos me aman, pero literalmente fui creada solo para que la profecía se cumpla, una profecía que solo nos dijeron a todas las deidades creadoras que decía "Un futuro oscuro se acerca, deben crear los elegidos para llevar estas gemas." ¡Y nada mas! — exclamó Nat. — Solo creé a los elegidos, que ni siquiera son humanos como se suponía. Soy un fracaso de magnitudes galácticas.

— No digas eso. — dijo Julia compasivamente, quizá te sientas así, pero piensa esto. — Julia le acercó la flor. — De no existir tú, tus hermanos nunca podrían ver este tipo de cosas.

— Ellos son irritantes, siempre peleando por pequeñeces, ya les he dicho que parasen, pero no pueden dejar a mis creaciones en paz. — dijo con una pequeña risita. — Hace unos milenios los quise calmar un poco con lo que ustedes llaman en otros mundos: "mascotas." A Terra le di el Escarabajo de roca — nuevamente creó una figura con lianas en su mano, la de una mezcla de un escarabajo rinoceronte y un escarabajo del desierto. —, a Pyro le di el doloroso Lagarto de fuego — creó un lagarto con una cabeza corta pero gruesa con picos de roca como un escudo detrás de su cabeza y patas delanteras más fuertes que las delanteras. —, a Sky le di el Ave del cielo — creó un ave con la apariencia de águila, dos plumas largas y finas salían de sus pestañas y un copete larguísimo que llegaba hasta la espalda, las plumas de su cola eran igual de largas, pero lo que llamaba más la atención eran sus alas, tenía un par en cada lado, una encima de la otra haciendo en total cuatro alas inmensas. —, un nombre estúpido tomando en cuenta que creé a las aves para que volaran por el cielo y por último, a Aqua le di el Leviatán. — finalmente creó una ballena con seis aletas, tres pares de ojos y una membrana que recorría su cola hasta llegar a la aleta. — Pensé que eso los calmaría y si lo hizo, pero sus peleas siguen, esos son los desastres naturales.

— ¿Te puedo hacer una pregunta?

— Adelante.

— ¿Como es el proceso de creación de las criaturas?

— Es complicado, yo no puedo simplemente hacer un animal como me plazca, tengo que seguir un orden, cada criatura tiene su papel en el ecosistema y si hay otra especie que haga mejor su papel, no me queda otra que extinguirla, pero crear en sí, tengo una especie de masa con la que moldeo el diseño de dicha criatura, al crear su diseño tengo que darle vida y para eso yo uso esto. — al decir eso, Nat sacó de su cabello una Gema Yuma. Entonces ésta empezó a reaccionar, Julia empezó a gritar de dolor, ese desgarrador grito fue tan fuerte que los aldeanos voltearon y vieron a Julia con sus ojos destellando una luz azul, Nat rápidamente hizo desaparecer la gema.

Julia estaba tendida en el suelo, mientras Nat, totalmente apenada, estaba disculpándose profundamente totalmente en pánico. El grito desgarrador de Julia alarmó a Jake quien salió detrás de ellas con una mirada preocupante, vio a Julia en el suelo mientras un vapor de color turquesa salía de sus ojos y a Nat a su lado.

— ¡¡¡YA ESTOY HARTO DE TI!!! — rugió Jake y procedió a morder a Nat quien se desvaneció en forma de hojas en el viento. — ¡¡¡APARECE Y PELEA, MALDITA!!!

— ¿Quieres pelear? — resonó la voz de Nat desde todos los ángulos, entonces apareció esta vez en su forma habitual de mujer de cincuenta metros. — Entonces peleemos.

— ¡Basta! — gritó Julia con tono irritado con su lanza en mano. — ¡Jake, regresa con tu manada! ¡Ahora! ¡Y tú, Nat, ven aquí! — Jake obedeció y regresó al bosque, Nat también se encogió. — No te contagies con la ira de Jake y mejor regresa a tu hogar donde sea que esté y mañana hablamos. — dijo con voz autoritaria con una mirada como la de Jake cuando está molesto.

— Pero yo… — no alcanzó a terminar su frase cuando Julia golpeó el asta de la lanza contra el suelo creando un fuerte sonido.

— ¡No es una sugerencia! — ordenó Julia. El ambiente pasó de alegría a total silencio, los grillos dejaron su cantar, el viento dejó de soplar, parecía un desierto silencioso. Nat solo se desvaneció.

Los aldeanos continuaron su fiesta mientras Julia fue a su habitación, tiró su lanza a un lado y se dejó caer a su cama… lástima que no recordó que su cama consiste en una alfombra en el suelo.

(Nota del pana de 8-bits: Lamento haber tardado tanto en subir otro capítulo, pero he estado ocupado esta semana, pero prepárense, pues la historia de Julia está por acabar... Por ahora.)


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