El arma había sido traída por Tilon. Sorprendentemente, estaba escondida detrás del gran escudo que llevaba en su espalda; cuando se lo quitó, estaba sujeta al otro extremo.
Envuelta en tela, fue colocada lentamente en el suelo.
—¿Es realmente un buen lugar para ponerlo? ¿Qué pasa si tu escudo se rompe y luego rompe la espada? —preguntó Dame.
—¡Ja! —se rió Tilon—. Alguien tendría que romper mi escudo reforzado con Qi para romperlo. Aún tengo que conocer a alguien que pueda hacerlo.
—Además, si el escudo se rompe, ¿no da eso una razón para que el Mago Oscuro haga mi artículo después? —Apareció una sonrisa pícara en su rostro.
—Para ser honesto, si alguien pudiera romper esta espada, no creo que estuvieran en este reino, —comentó Alba.
Dame sabía a qué se refería con eso; estaba hablando de aquellos en el Reino Divino, pero cómo podría ser tan especial un arma.