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Tras lograr un avance, lo primero que decidió hacer el grupo fue visitar el baño. Sus ropas apestaban completamente, al igual que el resto de sus cuerpos. Esto era bastante normal, ya que con cada avance, el cuerpo se deshacía de mayores cantidades de impurezas.
Después de haber tratado con el olor, los tres no perdieron tiempo en utilizar las herramientas del amplio patio para comenzar su entrenamiento. Observaron los muñecos de paja, las armas de madera y las innumerables columnas que también registrarían la fuerza de uno.
Las columnas siempre eran una buena forma de comprobar cuánto habían mejorado. Todos ellos desbordaban energía, listos para poner a prueba sus nuevos cuerpos.
—¡Ahora puedo apuñalar dos veces más rápido! —dijo Liam mientras dirigía su espada hacia la zona del pollo del muñeco de paja. Cuando estaba enojado, a menudo apuntaba a ese lugar, pero últimamente, había estado tan enojado que se había convertido en algo instintivo para él.