"Avergonzada hasta la médula, Oriana sólo podía esconderse en el cálido abrazo de Arlan. Su cuerpo se sentía cansado como si hubiera realizado un arduo trabajo. Se mantuvo en silencio mientras recuperaba lentamente el aliento.
Podía sentir sus dedos deslizándose suavemente por su pelo como para tranquilizarla, mientras que su otra mano rodeaba su delgada cintura para acercarla más.
Estar tan cerca de él así y ser cuidada se sentía placentero y deseaba que él la siguiera sosteniendo así para siempre. Le daba la sensación de alguien que siempre la protegería, era reconfortante como si así debiera ser.
Finalmente abrió los ojos y estaba a punto de alejarse, pero notó algo en su cuello. En la oscuridad, con sus ojos tan cerca de su cuello, vio algo que hasta ahora había estado pasando por alto.
—¿Tu piel. Está brillando?