"Oriana se sobresaltó por las repentinamente intensas acciones de Arlan. Ese beso era tan apasionado que no podía resistirlo y sólo podía intentar seguir el ritmo del hombre que intentaba poseerla. Fue empujada hacia atrás y tuvo que sostenerse con su mano apoyada en la parte superior de la mesa.
Con el sonido de un jarrón rompiéndose, la atención de la gente de afuera fue atraída hacia su habitación.
—Esa habitación, revisa ahí.
—Sí, mi señor —respondieron los dos guardias y sus pasos parecían acercarse.
Arlan, ajeno a todo esto, sumido en su propio mundo, dirigió su atención al cuello delgado y hermoso de ella. Al siguiente momento, olió su tentador aroma mientras inhalaba profundamente en el hueco de su cuello, su cara frotándose suavemente contra la piel, sintió como si fuera a perderse ante la tentación.