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Con Aurora sujetándolo firmemente por detrás, Atticus llegó a la escotilla del foso de la prisión, abriéndola ligeramente.
Su mirada se posó en las formas de los guardias que había matado.
—Siguen de pie, bien —pensó.
Después de eso, se giró y se enfocó en los guardias de cada una de las torres de vigilancia. Por suerte, en ese momento estaban en proceso de cambiar sus posiciones.
—Más o menos 10 segundos para llegar a la primera artillería, y luego pensaré en cómo pasar desapercibido y salir del campamento —planeó Atticus.
Atticus podía oír murmullos y maldiciones provenientes de los estudiantes debajo de él. Cada uno intentaba escalar las paredes lisas y sin bordes, pero fracasaban miserablemente; no todos tenían un buen control del mana como Atticus.
Lo peor era que no estaban siendo ni un poco sutiles al respecto. ¡Era precisamente por eso que no tenía intención de llevarlos consigo!