--Cuida a tu hermana, yo debo encargarme de una última cosa.
Salió de la celda, percatándose que la mayoría de los cautivos comenzaron a sacar sus manos, pidiendo lo mismo que Astra: que los liberaran. Quiso detenerse y buscar nuevos subordinados destacados, sin embargo, habría tiempo para ello, pues ahora estaba más deseoso por completar su tarea.
∆∆∆
El cielo comenzaba aclararse, el frescor de la mañana inundaba la aldea, abrazando las casas de los residentes.
En el sendero de tierra, un joven de aspecto tranquilo caminaba, su mirada estaba puesta en una casa en la lejanía, intercambiando entre expresiones de sonrisas y de furia.
Al llegar, busco a Nina en su habitación/almacén, pero no encontró a nadie, intuyendo que en la madrugada había entrado a su casa, así que sin esperar demasiado caminó a la puerta trasera, tocando dos veces. No hubo respuesta, por lo que repitió la acción. La puerta se abrió de golpe, mostrando a un señor con una expresión de furia y cansancio.
--¿Chico? --Observó por un segundo al joven, sin percatarse de su estado-- ¡¿Dónde mierda te has escondido?! ¿Sabes que lo que le pasó a Nina?... Mi pobre niña --Bajó la cabeza con tristeza, sintiéndose impotente y furioso al mismo tiempo-- ¿Sabes lo que le hizo ese bastardo? --Las lágrimas amenazaban con salir nuevamente-- ¡¿Lo sabes?! --El joven asintió--. Si eres consciente de ello ¡¿Por qué mierda te fuiste?!
Lanzó un puñetazo, uno que el joven no esquivó, aún cuando podía. El fuerte golpe lo hizo voltear, pero nada más. Lanzó otro, menos fuerte que el anterior y, uno después de ese, el cansancio llenó su cuerpo y, las lágrimas sus ojos, quiso volver a golpear, pero se dio cuenta de que la mirada del joven no había cambiado ni un poco desde el inicio de la conversación.
--¡Katzian! ¡¿Qué es lo que estás haciendo?! --Gritó Elisa con la compañía de Bastian, quién había visto momentos antes los golpes que su padre le lanzaba a su hermano falso--. Ven a con tu hija en este instante.
El hombre gordo bajó la mirada, se había dado cuenta de su mal actuar, por lo que no dudó en dar media vuelta para retirarse de la presencia del joven. Elisa se percató del terrible estado en el que se encontraba el muchacho, mostrándose confundida sobre lo que le había pasado, ya que, aunque reconocía la fuerza de su pareja, sabía que no podría haberle manchado en sangre toda su ropa y extremidades.
--No pude protegerla, madre, lo siento. --Dijo con un tono bajo, con una personalidad completamente opuesta al individuo que había masacrado a todos los soldados del castillo.
--Pero --Dudó-- ¿Qué te ha pasado? ¿Estás herido? --Se acercó, tocando su rostro con sus palmas, había amor impregnado en esa acción.
--No. --Negó con la cabeza, quedándose en silencio luego de responder.
--Niño --Alzó la voz, la preocupación se convirtió rápidamente en enojo--, te hice una pregunta ¿Qué te ha pasado?
Sus fosas nasales se abrían y cerraban, la ira lo invadía al pensar en que el desgraciado que había herido a su querida Nina había escapado, pero ¿Cómo podría decirle eso a su nueva madre? No soportaría decepcionarla, no después de haberle jurado protegerlos.
--Habla --Sus ojos se volvieron más claros al inspeccionar el cuerpo del joven--. Espera, está no es tu sangre ¿Qué es lo que hiciste? --Su expresión se tornó confundida.
--Los maté --Dijo con una mirada repleta de intención asesina--... todos están muertos, menos el monstruo que hirió a Nina... perdón madre, por favor perdóname, pero no pude asesinarlo.
Elisa se quedó estática, retrocediendo inconscientemente, quiso hablar, pero las palabras no salieron, al principio no había entendido por completo sus palabras, pero después de mirar su cuerpo con detenimiento y la espada envainada en su cintura, la imagen del posible suceso azotó su mente como un fuerte trueno.
--Niño ¿Qué estás diciendo? --Lo observó, con un ligero miedo, uno que notó el joven-- ¿A quién mataste?
--A las personas que cuidaban esa fortaleza en la colina. --Dijo con un tono calmado.
Elisa sintió un sabor amargo en su boca, la vida se iba de su cuerpo y el frío comenzaba a inundar su espalda.
--¿Los mataste a todos? --El joven asintió-- ¿También a los señores de la aldea, junto con sus hijos?
--A la madre de los niños no, pero sí al padre.
--Niño, toma tus cosas y vete --Le dijo con un tono serio--, lárgate de aquí lo más pronto posible. --Comenzó a temblar.
--Pero madre... --Dio un paso al frente.
--¡Yo no soy tu madre! --Le gritó.
El joven se quedó de pie, su corazón se congeló, sus ojos perdieron el brillo y, la fuerza abandonó sus piernas, nunca había sentido un dolor tan intenso, ni los tormentos del laberinto se comparaban al sentimiento que estaba experimentando.
--Yo --Miró a su no madre una vez más--... me iré. Lo siento. --Se volteó y comenzó a caminar, con una expresión de haber perdido por completo su vida.
Elisa quiso decir algo al ver su expresión, pero no podía, sabía la tormenta que se aproximaba si las palabras del joven eran correctas y, aunque tenía un nudo en su corazón, lo primero era la seguridad de su familia y, si debía romper su relación con el joven para lograrlo, lo haría sin dudar.
∆∆∆
Entró de vuelta al castillo, su mirada había recuperado la gelidez característica del laberinto, perdiendo por completo la humanidad que había logrado reunir en los últimos meses.
Sus pasos lo llevaron nuevamente a los escalones inferiores, caminando sin la ayuda de ninguna antorcha o artefacto mágico para alumbrar, sin embargo, por extraño que pareciera, al llegar al último escalón, el rabillo de su ojo detectó un leve brillo en la lejanía, al lado de un ídolo de piedra, la curiosidad le ganó y, al querer liberarse de sus pensamientos se decidió por ir a darle un vistazo. Al llegar ante el ídolo lo observó de pies a cabeza, era muy similar a una humana, pero no tenía nada de común, no solo por su cabellera larga, sino por el tallado de sus ojos, que parecían que podían atravesarte, muy similar a como te vería un ser omnisciente. Se quedó en un duelo de miradas por unos minutos, perdiendo al no soportarlo más ¿Y quién lo culparía? Después de todo estaba compitiendo con una roca. Bajó el cuerpo y comenzó a buscar el objeto que momentos antes había brillado, la búsqueda fue ardua, pero beneficiosa al final, pues, aunque sospechosamente, encontró lo que estaba buscando.
*Has encontrado un objeto de legado*
×~×~
Corazón del Dios Antiguo de los Kat'o.
-Objeto de solo un uso: Podrás abrir las puertas del conocimiento del Antiguo por solo un día.
'Has sido elegido como voluntario para heredar la última voluntad, el fuego de la siguiente generación y, la esperanza de todos los Kat'o. En tus manos estará el futuro de la que alguna vez fue llamada: "la primera civilización", tú decidirás si los harás resurgir de las cenizas, o dejarlos continuar con su sufrimiento.'
×~×~
--Parece que mi viaje se pospondrá. --Sonrió, sosteniendo el extraño artefacto en forma de piedra amorfa.
Capítulo dedicado al amigo Gonzalo M. Un abrazo hasta Bogota.
Sus pasos lo llevaron de vuelta a las celdas, e inmediatamente caminó hacia Astra, quién con amor alimentaba a su hermana con un platillo parecido a la papilla.
--Señor. --Dijo su subordinado con respeto al notar su presencia, bajando la cabeza y mirando al suelo.
--Señor... --Imitó a su hermano, solo que su voz era demasiado baja por la falta de fuerza.
--Quiero hacerte unas preguntas. --Le dijo con un tono serio.
Astra asintió, aunque pudo sentir la diferencia del tono con el que anteriormente le había hablado.
--Por favor, señor, hable.
--¿Ustedes son esclavos? ¿O qué son? --Preguntó sin tacto.
--Lo somos, señor. Aunque un poco distintos a los que se encuentran en las celdas de enfrente --Explicó--. Nosotros somos mercancía que es llevada a la capital del reino, regularmente para combatir en la arena, o si tenemos la suerte, el guardián de un noble, sin embargo, los que no lo son, son llevados para ejercer de esclavos sexuales.
--¿Y qué hacen los de la celda de enfrente?
--Son servidumbre del castillo, en las mañanas los liberan para sus tareas y, en la noche los vuelven a encerrar.
--Sabes demasiado. --Dijo con una sonrisa que no era sonrisa.
--Me gusta ser observador --Dijo con humildad--, además de que a los guardias les gustaba atormentarnos con nuestro supuesto futuro.
--¿Sirves bajo mi mando? ¿O solo deseas a alguien poderoso que te respalde mientras tú hermana se recupera? --Preguntó con frialdad, borrando la astucia de los ojos del antes esclavo.
Astra sintió la intención asesina emanando del cuerpo del joven, era tan densa que parecía palpable.
--Lamento no aclararlo, señor. Al momento de tocar el suelo con mi rostro y, colocar ambas palmas juntas, fue mi pedido para la jura de lealtad. En ese momento me decidí a seguirlo, fuera cual fuese su orden, yo voy a cumplirla sin dudar.
--Bien --Alzó sus comisuras--, es bueno escucharlo, porque te tengo una tarea, pero antes déjame hacerte una última pregunta ¿Sabes pelear?
--Sí, señor, aunque con sinceridad le digo que no soy muy fuerte.
--No será mucho problema lo que te voy a pedir, más que fuerza, necesitarás inteligencia. Astra, quiero que cuides esta fortaleza en mi ausencia y, quemes los cuerpos de los soldados. Si necesitas ayuda, tienes mi autorización de liberar a los esclavos --Le dijo. Astra asintió--. No los mates, si no es necesario.
--Sí, señor.
Se volteó, saliendo de la celda.
--Una cosa más, cuida de tu hermana, no importando el costo.
--Lo haré, señor.
--Bien.
∆∆∆
Al salir del castillo observó los rayos del sol a través del cuerpo de la piedra amorfa, encontrando maravilloso el objeto que poseía en su mano.
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La piedra brilló de blanco, rojo, azul y verde antes de salir volando de sus manos, mientras observaba todo con una calma inhumana. Frente a él, a unos doce pasos se dibujaron cuatro líneas largas, formando un rectángulo parado, con la piedra en su centro. Las líneas se fueron engrosando, mientras se tallaba la superficie de la gran puerta ilusoria. Al notar el final del acto bajó de los escalones, dirigiéndose a ella. Se detuvo justo enfrente, tocándola para asegurarse que no era una ilusión y, no lo era, aunque podía observar el otro lado de la traslúcida superficie, la misma era palpable, entendiendo que sí se encontraba algo allí. Hizo varias muecas, una costumbre que lo ayudaba a relajarse y, al terminar de decidirse empujó la puerta, adentrándose a lo desconocido.
--Vaya --Dijo al observar la brillantez de las paredes, suelos y techo, la sensación era muy armoniosa, pero al mismo tiempo te suprimía con el efecto de hacerte sentir inferior al dueño de la sala--, alguien ama limpiar.
El lugar era inmenso y, parecía que aquella palabra le quedaba pequeña, había salas divididas por paredes de cristal, artefactos antiguos flotando y dando luz, otros acomodados en sus respectivos estantes, mesas dispersas, objetos desconocidos, era un placer ver el interior, pero a la vez, muchas preguntas comenzaban a florecer en su mente.
"Bienvenido descendiente del gran pueblo --Dijo una voz armoniosa y neutral, que retumbó en los oídos del joven, pero sin sonar molesta--, este fue mi hogar hace siglos, ahora, tú serás quien la herede, lamentablemente el poder de la llave es muy débil, por lo que no podrás permanecer mucho tiempo aquí"
--¿Quién eres? --Preguntó al aire.
"Soy la unión de la sabiduría, la fuerza y el poder, desterrada de los jardines reales de Aquel que todo lo observa, soy un remanente, un recuerdo, una advertencia, soy quién nunca debes olvidar, pero también soy a la que nadie debe nombrar. Soy..."
--Bien, basta, no quiero perder el tiempo con acertijos de entes aburridos. Vine porque se me prometió poder. Solo eso quiero.
"Y no es una mentira, dentro de esta sala encontrarás los objetos más poderosos de nuestra civilización, pero la cosa más poderosa, es la sala misma, quién la controle, controlará todo."
--¿Y cómo logró controlarla?
"Siempre y cuando recuperes todos los fragmentos de la llave, la fortaleza permanecerá abierta para ti."
--¿Y dónde se encuentran esos fragmentos?
Una pantalla apareció frente a él justo al terminar su pregunta. El dibujo en la pantalla representaba el área donde se encontraba y varias zonas a la redonda, era como un mapa holográfico. Se iluminaron cinco puntos en el mapa, pero solo uno de ellos se encontraba relativamente cerca.
"Las aldeas que alguna vez fueron amigas, traicionaron el juramento, dándonos la espalda cuando más los necesitábamos. Derrama sangre si es requerido, pero recupera lo que es nuestro. --Dijo la voz sin cambiar el tono."
--¿Y qué es lo que nos pertenece?
"El mundo entero."
Así como había sucedido con el mapa, se presentó ante él una escena de batallas que contaban más de una historia y, que como protagonistas estaban los Kat'o, si se podía simplificar la escena contada, sería de como una civilización había sometido por siglos a los reinos humanos, que en esos tiempos no eran reinos y, como ellos después de años de sufrimiento y humillación se habían alzado en armas para destruirlos. Fue tomado por sorpresa al observar durante horas las imágenes, pues aún recordaba la historia que el padre de Nina le había contado y, para nada se parecía a la historia del holograma.
"Eres la llama de la esperanza, descendiente del gran pueblo, tú y solo tú nos llevarás a la gloria nuevamente."
--Me interesa, pero como he dicho, vengo por el poder prometido, sin ello, no hay trato. --Dijo con un tono frío, había enfrentado a demasiadas cosas extrañas en su vida, por lo que seres fantásticos como los que se habían mostrado en pantalla no le asustaban y, menos una voz armoniosa que intentaba entrar a su mente.
"Sí poder es lo que buscas, es lo que obtendrás --De la nada, una pequeña semilla azul con blanco resplandeciendo con fuerza se creó frente a él, flotando en el aire--, solo una advertencia, si aceptas, debes estar preparado para el costo."
--Je --Alzó su comisura derecha--, siempre he estado preparado. --Tomó la semilla con su mano, sonriendo con frialdad.
La sala comenzó a temblar, la energía que la mantenía abierta se desestabilizó, todo comenzó a desaparecer con una luz cegadora de color blanco.
"Encuentra los fragmentos y, vuelve a unirlos... --Dijo la voz, perdiendo la fuerza con cada palabra emitida."
Su cuerpo salió disparado a golpearse con la pared del castillo, creando un cráter en ella. Gimió y, después de unos segundos hizo salir su cuerpo, cayendo nuevamente al suelo. Al estar de pie abrió su palma, observando la semilla resplandeciente.
*No se logró identificar el objeto*
*Objeto de poder desconocido*
*Se recomienda investigar más*
Le aparecieron varias advertencias, sin embargo las ignoró por completo, llevándose la semilla a la boca y, tragándosela.