Después de rodar por las escaleras, solo había un pensamiento en la mente de Yagyuu Yuukiko: no podía morir.
En el momento en que Miyamoto Yamauchi disparó su arma, su última ilusión sobre la Sociedad de las Mil Manos desapareció por completo.
Yagyuu Yuukiko pensaba que era normal que Miyamoto Yamauchi sospechara de su traición, pero la acusó de traición sin ninguna investigación e intentó dispararle directamente, con la intención de llevarla de vuelta a Japón para su disposición.
Esto era algo que Yagyuu Yuukiko no podía aceptar.
—¡Corre! —gritó.
—¡Escapa! —le urgió su mente.
Yagyuu Yuukiku permitió que la sangre fresca fluyera de su cuerpo y se dirigió desesperadamente hacia la entrada principal de la embajada.
—¡Bang, bang——! —retumbaron los disparos.
Los siguientes dos disparos rozaron el cuero cabelludo de Yagyuu Yuukiko.