Para Howard, otra ventaja de la Ciudad Tarl era su distancia del centro de poder del Imperio, ofreciendo un grado de separación de las intrincadas maquinaciones políticas que buscaba evitar.
En la Ciudad Tarl, la influencia del Imperio era débil, con la propia Orden de los Caballeros del Imperio careciendo de un cuartel allí.
Esto significaba que Howard podía ignorar la prohibición del Imperio sobre el reclutamiento de soldados privados, cumpliendo el último deseo de Kellman y manteniendo su propia promesa de reconstruir los Mercenarios Lobo Gélido.
A pesar de algunos riesgos, valía la pena intentarlo.
Con la presencia militar limitada del Imperio en la zona, la fuerza de Chris por sí sola podría darle confianza a Howard.
El viaje a la Ciudad Tarl requería tres días de viaje, con el grupo tomando caminos menos transitados y partiendo de noche.