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58.77% Cultivación prohibida (+18) / Chapter 144: Wu Ye

章節 144: Wu Ye

–Ya la has oído. ¿Podrías explicarlo sin gritar?– pide Liang, más conciliadora.

Bronceada asiente, más calmada. Quizás asustada. Aun así, mira a Ning con rencor. Como si no pudiera esperar para saltar sobre ella y arrancarle los ojos.

–Esa puta ha calumniado a mi tío– revela Bronceada entre dientes.

–¿Qué tío?– pregunta Ning entre asustada y confusa.

–Wu Ye…– responde entre dientes.

Si pudiera matar con la mirada, Ning habría sido asesinada como una docena de veces. La verdad es que Ning no presta mucha atención a lo que no le interesa. Todos sabemos que Wu Ye es el tío de Bronceada. En realidad, ella se llama Wu Zhu.

Es uno de los oficiales de la Facción del Placer. Aunque ella lo llama tío, es su tío abuelo como mínimo. Además, es el nieto de Wu Gen, el maestre de la Facción del Placer. Me da escalofríos pensar en él. A pesar del tiempo pasado, no he podido olvidarlo. Cuando abusó de mí de niño. Cuando no era más que un niño esclavo.

–¡Ah! ¿Ese? ¿De verdad…? ¿Entonces…?– se sorprende Ning.

Parece que ha entendido algo. Palidece al cabo de un momento. No se atreve a mirar a Bronceada. La cojo de la barbilla y la hago mirarme.

–Explícamelo todo. Tranquila, no te hará nada– le ordeno.

Ning asiente. Traga saliva. La mira de reojo un instante. Rápidamente me vuelve a mirar a mí. La mirada de Bronceada asusta.

–Yo… Estaba diciendo que una de las compañeras… en el burdel… Había tenido de cliente a Wu Ye… Ahora que lo pienso, esa compañera tiene un físico parecido a Bronceada– empieza ella.

–¡Tú…!– grita Bronceada.

–¡Plaf!

No ha sido un golpe muy fuerte. Pero sí contundente. Bronceada mira a Song con rencor y miedo. Se toca la cabeza con las dos manos. La han soltado, pero la vigilan de cerca.

–Sigue– le exijo a Ning.

–Comentaba esa compañera que había dicho cosas como: "Es una pena que las líneas del moreno no sean tan marcadas como las de mi sobrina". También: "Mi sobrina era más firme. Es una lástima no poder disfrutarla"– narra Ning.

Miro a Bronceada. Está conteniéndose como puede. Empiezo a entender que ha pasado. Respeta mucho a su tío. Diría que lo adora. Tengo la sospecha de que es una de las razones por las que no es totalmente fiel a mí.

–¿Qué más?– pregunto, ya que Ning se ha callado.

–Nada más. No me dejó decir más. Me atacó de repente. No lo entendía. No sabía que era su tío.

La última frase la ha dicho en un susurro. Con miedo. La ha debido traumatizar. 

–¿Qué más tenías que explicar?– pregunto con curiosidad.

Shi y Song se acercan un poco más a Bronceada. Le advierten con la mirada. Luego escuchan con atención. También tienen curiosidad.

–Bueno, mi compañera se reía. Creía que tenía un fetiche raro. Que no iba en serio. Se ve que hasta dijo que…– explica Ning, aunque duda acabar la frase.

Vuelve a mirar a Bronceada con miedo. Aunque también hay lástima. Nosotros nos quedamos mirando a Ning, esperando que acabe. Respira hondo antes de continuar. Tiene miedo a Bronceada. Pero más a Song.

–Mi compañera contó que había dicho que "Su madre era deliciosa". Se refería a la madre de… su sobrina… de… Bronceada.

Lo dice en un susurro, pero todos la escuchamos.

–¡Eso es mentira! ¡Cómo te atreves!– estalla Bronceada.

Shi y Song la reducen. La empujan contra el suelo. Ella sigue gritando, enfurecida.

–Kong…– me pide Shun.

Asiento. Las envió a ella y a Wei de vuelta. La niña estaba asustada. Se ha puesto a llorar. Aunque ninguna de las chicas parece reprocharle a Bronceada esta vez. A pesar de su estallido. O de haber asustado a la niña. Sus miradas son más bien compasivas.

–¿Hay más?– pregunto a Ning. Mejor llegar al final.

–Sí… Se ve que dijo que la madre de… se había suicidado… Y la había insultado por ello… Mi compañera decía que tiene un sentido del humor macabro. También había dicho que había criado a su sobrina para que ocupara su lugar. Que era una pena que hubiera muerto. Que ahora tenía que contentarse con putas. Mi compañera pensaba que no iba en serio. Muchos clientes bromean. Aunque algunos explican lo que no deberían explicar cuando están excitados. Eso es todo lo que sé…– acaba Ning.

Suspiro. No soy el único. Bronceada sigue inmovilizada.

–Si puedes averiguar más, hazlo. Pero no insistas. Que no parezca que estás demasiado interesada– le ordeno.

–Sí… Amo– asiente.

–Ahora descansa. No te preocupes por Bronceada– le aseguro.

Dicho esto, la envío de vuelta. Se deja caer sobre el suelo. Me acerco a Bronceada. No puedo descifrar su mirada. Hay rabia. Aunque no hacia mí. Hay lágrimas. No sé si de la rabia o de algo más.

–Si te vas a comportar, te soltamos. ¿De acuerdo?– le ofrece Shi.

Bronceada asiente. La sueltan poco a poco. Aunque la vigilan. No obstante, ahora no está Ning. Y no creo que ataque a nadie más porque sí.

–Ning no lo ha hecho con mala intención. Solo ha explicado lo que le han contado. Ni siquiera sabe si es verdad. No deberías enfadarte con ella– intenta calmarla Liang.

Bronceada está un rato en silencio. Apretando los dientes. Mordiéndose incluso el labio. Sangra. Brotan lágrimas de sus ojos. Aprieta los puños con fuerza.

Liang hace intención de ir hacia ella para abrazarla. Para consolarla. Pero se detiene y me mira. Entiendo.

Me acerco a Bronceada y la abrazo. La aprieto contra mí. No se resiste. Se pone a llorar desconsoladamente. Tarda un buen rato en calmarse. Liang le palmea suavemente la espalda. Todas parecen conmovidas. Incluso Song.

–Lo siento… No debería haberla tomado con Ning… Es solo que…– solloza.

–Está bien. Lo entendemos. Pero pídele perdón. Estaba muy asustada– le pide Liang.

–Lo… haré… Lo siento… Yo…– promete, para luego guardar un buen rato de silencio. Solo se escuchan sus sollozos.

Nadie dice nada. Todos entendemos que es duro para ella. Es nuestra esclava. Intentó matarme. Pero eso es cosa del pasado. Supongo que ninguno podemos evitar conmovernos. Entender que se siente destrozada.

–Yo… Necesito saber la verdad. Él dijo que mamá murió de una enfermedad. Yo… No sabía nada. Tengo que saber si es verdad. Si realmente él… Si todo fue mentira– me suplica.

Suspiro. Lo que me pide no es fácil.

–No te lo puedo prometer. Haré lo que pueda, pero no sé si será suficiente– es todo a lo que me puedo comprometer.

Ella asiente. Aunque no me suelta. Me sigue agarrando con fuerza. Casi con desesperación. Tarda un rato en soltarse. En pedirnos perdón a todos. Aunque creo que está un tanto sorprendida. Quizás conmovida. Liang la ha abrazado y consolado después. Las demás chicas también han sido bastante dulces. Normalmente la tratan con bastante más frialdad. Ha vuelto a ponerse a llorar.

Cuando la envío de vuelta, puedo notar que su lealtad ha mejorado bastante. Aunque aún hay cierta reticencia. Supongo que tiene dudas de la verdad. Y su estado de ánimo es un poco inestable

De todas formas, se acerca a Ning. Esta se asusta. Incluso crea una barrera. Bronceada se sienta delante. Algo dice. Supongo que se está disculpando. Le cuesta un buen rato conseguir que Ning baje la barrera. Sorprendentemente, acaban abrazadas.

Mientras, he traído a Shun de vuelta. Las chicas le explican todo. Parece que le ha afectado la historia. Aunque no sabemos si es verdad

Ha sido un día un tanto raro. Entre el entrenamiento interrumpido y esto. Quizás por ello se han quedado más rato conmigo. Aunque se van cuando aparece Shu.

—————

Shu se me queda mirando sonriendo. Hemos tenido sexo un poco salvaje. Su precioso culo no dejaba de vibrar. Su pelo verde caía sobre sus brazos. Con los que se apoyaba a la cama. Mientras la penetraba desde detrás.

La estoy disfrazando. Manchándole la cara que se ha limpiado al entrar. Para regalarme su precioso rostro.

–¡Ja, ja! ¡Me haces cosquillas!– se queja.

Me encanta verlas reír. No sé si ríen mucho cuando no están aquí. Probablemente no. Aunque quizás sí entre ellas. Ai, Ken y Shu comparten ahora habitación. Entre risas, Ai aseguró que así podían conspirar contra mí. Sé que no es esa la razón. Bueno, al menos no la única.

–¿Sabes de algún esclavo que estuviera sirviendo a Wu Ye hace unos cinco años?– preguntó de repente.

Ella me mira un tanto extrañada.

–Ni idea. Puedo preguntar. Conozco a una que va allí por las mañanas– me asegura.

–Estaría bien. Pero… Que sea disimulado, por si acaso– le advierto.

Me vuelve a mirar. Asiente seria. Sé que lo ha entendido. No pregunta el por qué. Es mejor para ella no saberlo. Nunca saben qué le pueden preguntar. Y no puede mentir en los interrogatorios.

–¿Y cómo me lo vas a pagar?– pregunta sensualmente, sonriendo.

–¿Cómo quieres que te lo pague?– le devuelvo la pregunta.

Aprovecho para acariciar su mejilla mientras la ensucio. Suavemente. Con cariño.

–Ya se me ocurrirá algo– asegura traviesa.

Al final, como siempre, me duele verla marchar

—————

Por la noche, Ning me pide que sea muy intenso. No estoy seguro de si es por lo que ha pasado antes. O simplemente hoy le apetecía. La follo sobre la cama. De lado. Yo de pie. Uno de sus piernas sobre mi hombro.

La cojo de la pierna para embestirla. Para penetrarla hasta el fondo. Acariciando su piel blanca. Mientras contemplo sus pechos rebotar. Su boca gemir sin parar. Totalmente entregada al placer.

Agotada, me la quedo abrazando un rato. Hasta que recupera la respiración.

–¿Qué tal el escudo contra Bronceada?– le pregunto.

–Lo rompió…– responde deprimida.

–Oh. Y eso que está una etapa por debajo– la pincho un poco.

–Es que… Ha entrenado su puño Celalgo mucho– responde reticente.

–O tú tu barrera poco– la acuso.

Ella no dice nada. Solo se encoge.

–Esta vez estaba yo para sacarte. Y Rui hubiera intervenido. Pero quizás otra vez no tengas tanta suerte. Sería bueno que la mejoraras– le sugiero.

Otras veces le ordeno que entrene más. O la amenazo. Suele ser efectivo durante un tiempo. Luego es como si se le fuera olvidando. A ver si así se esfuerza de verdad.

Ella asiente. No sé si realmente se esforzará más. Ya lo veremos. Al menos, es cierto que la ha asustado. Le beso en la frente antes de devolverla

—————

–¡¡AAAAaaaahhh!! ¡¡¡AAAAMOoooo!!! ¡¡¡HHhhhaaaahhhHHH!!!

Bronceada parece más apasionada que normalmente. Más necesitada. Incluso ansiosa. Es un sexo más bien dulce. No me lo ha pedido explícitamente. Pero a estas alturas puede deducir lo que quiere de sus gestos. De como se mueve.

Mis manos agarran sus pechos. A veces mis dedos recorren sus líneas de bronceado. La diferencia entre el claro y oscuro de su piel. O recorren sus tonificados músculos. No son muy abultados. Pero sí fuertes. Vibrantes.

Cuando la beso, su lengua me recibe con más pasión de lo habitual. Está más entregada. Con sus piernas abiertas. Su espalda sobre la cama. Yo sobre ella. Mirándola a los ojos. Si mis labios no están ocupados.

Se arquea cuando se corre. Con la cabeza ligeramente hacia atrás. Su lengua fuera la segunda vez. A la tercera ya respira con dificultad. A la cuarta la lleno. Habiendo disfrutado un buen rato de su apretada vagina.

Me quedo un rato sobre ella. Sorprendentemente, me acaba sonriendo. Justo antes de quedarse dormida. Creo que está más agotada psíquica que físicamente.

La devuelvo y llamo a Hai. La follo de pie. Contra la pared. Sin dejarla casi respirar. Sin dejarla pensar. Lleva unos días preocupada. Por lo del veneno.

A diferencia de Rui. Que me cabalga con pasión cuando se lo ordeno. Con total devoción. Permitiéndome disfrutar de las vistas y el placer.

En cuanto a las chicas, no parece que les haya afectado lo más mínimo. Al menos no lo demuestran al principio.

Yu no duda en atarme. Con ayuda de Shi y Song. Y de su hermana. Vengándose de la broma de antes. Aunque acaba siendo más tierna de lo que pretendía. Incluso Yi, que ha aprovechado que me habían atado.

–Hoy no has estado mal, aunque te hayas librado del entrenamiento– me susurra Shi.

Ella y todas las demás también aprovechan que me han atado. Para cabalgarme con mucha ternura. Con muchos besos. Todas excepto Wan.

Por una parte, ella estaba con alquimia cuando todo ha pasado. Se lo han explicado, pero no le ha dado mucha importancia. No había hierbas por en medio. Aunque se ha preocupado por Ning.

Por la otra, porque hoy se queda conmigo. Así que hago lo que me pide. Penetrarla sin compasión. Estrujar sus carnes con ardor y qi. Entre ellas, sus enormes pechos. Sus provocativas nalgas. Toda ella vibra como una gelatina. Además, acaba siendo una almohada muy mullidita.


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