A medida que la intensidad de la batalla aumentaba, Rain se encontró envuelto por un aura oscura y ominosa. Pronto, esta oscuridad comenzó a tomar la forma de chispas crepitantes de relámpagos negros, que giraban alrededor de Rain como una tormenta tempestuosa.
Con movimientos rápidos y deliberados, Rain avanzó. Sus puños, ahora aparentemente imbuidos con la misma energía oscura que los relámpagos, golpearon al amenazante Dragón Infierno con una fuerza increíble.
Cuando los puñetazos de Rain conectaron con la cara de la criatura, los oscuros rayos de energía surgieron de sus puños, golpeando el rostro escamoso del dragón con un impacto intenso y abrasador. Cada rayo que impactaba chamuscaba e incineraba la piel del dragón instantáneamente, dejando rastros de carne carbonizada a su paso.