Vivian debió haber sabido que, cuando se trataba de ella, Leo no pasaba nada por alto. Sus ojos captaron cada pequeño detalle, pero no se trataba sólo de ella. Él estaba más en sintonía con su entorno que ella misma o el resto de las personas con las que se había cruzado.
Ella no había querido hacer que él se preocupara. El sueño era más incómodo de lo que se podría mencionar y era difícil obviarlo. Trató de no pensar en el tema, pero cuanto más intentaba alejarlo de su conciencia, más rápido se aferraba. Hasta que no lo confrontara no se podría librar de él.
—¿El de los fantasmas? —ella escuchó a Leonard preguntarle, con la cabeza inclinada hacia un lado.
Sí, pensó para sí misma, pero eso no era todo el sueño. Había más que el fantasma.
—Puedes compartir cualquier cosa conmigo —Leo le aseguró y ella asintió para reconocer el hecho de que él siempre estaría allí para escucharla.