Al ver la naturaleza salvaje en sus ojos suavizarse ante su toque, Vivian sintió que su pecho se aligeraba. Era como si estuviera domesticando a un león que estaba listo para atacarla hace unos minutos. Aunque no lo hizo. Cuando abrió los ojos, la intensidad en su mirada no había desaparecido, sino que se había duplicado gracias al tierno toque de ella.
Dirigiendo su mano hacia él, él le besó la muñeca mientras dejaba que sus labios permanecieran sobre su piel por un rato. Jugando con los dedos de ella con su mano, el probó su fuerza. La respiración de Vivian se aceleró cuando él la miró con emoción en sus ojos, sentimientos ardía en los ojos de ella.
—Acércate aquí conmigo, Bambi —susurró él, aspirando el aire que ella había estado tratando de contener en sus pulmones—. Aquí, en mi habitación conmigo —se aseguró de dejarle claro su intención.