—¿Zev? —Sasha se levantó sobre su codo, inclinándose sobre él, alarmada. Él se había colocado más cerca de la entrada de la cueva para asegurarse de estar entre ella y cualquier peligro que pudiera aparecer durante la noche. Así que ella miraba de él al fuego, hacia la boca de la cueva, buscando una amenaza.
No se daba cuenta de que la amenaza estaba justo a su lado.
—¡Zev! ¿Qué es
—No es—no está pasando nada, Sash, solo es que… acabo de pensar en algo.
—¿Qué? ¿Qué es? —Dejó de escanear la cueva y lo miró fijamente, su cabello cayendo en una ola acaramelada alrededor de sus hombros.
Él lo apartó hacia atrás, lejos de su rostro y suspiró. —Nos vamos a aparear —dijo—. Y haremos un hogar. Y nosotros... eventualmente podríamos tener hijos.
Sus mejillas se sonrojaron, pero asintió con la cabeza. —Sí. ¿Y?