—Realmente no tienes que tener miedo, Sasha. Están contentos de que estés aquí. Saben que hablé de ti cuando yo era Alfa, y han escuchado lo que has hecho desde entonces —dijo él.
—¿Cómo habrían escuchado algo aquí? —preguntó ella.
Zev se rió entre dientes. —No todos viven aquí afuera. Algunos viven bastante cerca de la Ciudad o del Pueblo, o en el bosque que hay entre ambos. Simplemente nos evitan y evitan estar al descubierto. Pero siempre están observando, o manteniéndose en contacto con algunos de nosotros para saber qué está sucediendo. Algunos ya se sentirán como si te conocieran.
Sasha se estremeció. —Verás, eso es lo espeluznante de la gente que puede ver y oír cosas desde tan lejos. No hay privacidad —dijo sobre su cuello.
Zev apretó sus muslos. —Te mantendré segura.