—No entiendo —dijo Sasha a Nick, sin siquiera intentar ocultar su voz ya que ninguno de los dos podía hablar lo suficientemente bajo como para evitar ser escuchados por la Quimera—. ¿Por qué toda la resistencia, toda la prisión, todas las amenazas y luego... ahora de repente está bien?
—Te lo dije, eres muy persuasiva —dijo Nick mientras observaban a las hembras caminando lentamente hacia el enorme autobús que habían traído para transportarlas.
Sasha resopló, pero no quitó los ojos del vehículo. Estaba tratando de convencerse a sí misma de que no le recordaba a los camiones de ganado que había visto en las autopistas toda su vida. —También dijiste que dices la verdad, y eso tampoco lo creo —murmuró.
Nick se giró para mirarla, una luz extraña en sus ojos, como si ella lo hubiera herido, lo que estaba segura de que no era cierto.