—Había olvidado lo maravilloso que era Zev —O más bien, se había convencido durante los años que estuvieron separados de que de alguna manera se había engañado a sí misma. Que no era tan dulce y abierto como recordaba. Que se ponía lentes color de rosa siempre que pensaba en él. Que tenía que haber sido menos... perfecto.
—Pero aquí estaban y él ni siquiera sabía que estaba cumpliendo cada sueño que ella había tenido de niña.
—Oh, no el vestido sucio y bailar sobre el suelo frío y helado. No la audiencia de ojos masculinos extraños—algunos desinteresados, otros confundidos o enojados. Y no la hoguera y el frío amenazante. Nada de esas cosas encajaba en la imagen que ella tenía de su boda.