—Todo el cuerpo de Zev temblaba tan fuerte que sus pies raspaban el suelo —comentó el narrador—. Sasha se desmoronaba en sus brazos y su corazón latía tan duro, que esa parte donde habían compartido su ser pulsaba tan violentamente que sentía como si su pecho estuviera a punto de rasgarse.
—Había sabido, en el fondo, que esto era una posibilidad. Pero no había querido ni pensar en ello. Era la razón por la que había evitado confrontar a Nick. Porque Nick habría mentido, y Zev habría descubierto la mentira, y Zev lo habría matado.
—Corrección, Zev iba a matarlo —afirmó con determinación.
—Podía oler la ira comenzando a arder en Sasha también. Su aroma había sido lavado en duelo y miedo cuando habían escuchado esas horribles palabras. Pero mientras ella estaba de pie, mientras él la sostenía, aunque las otras emociones no se habían aliviado, su enojo había rugido a la vida y ahora estaba ardiendo como una antorcha, iluminando su aroma —y sus ojos.