Llanuras Doradas, noche.
—Alguien descubrió el veneno.
Había una casita de paja en la espesa hierba. En el interior, Ariel, Elovan y Milose se sentaron uno frente al otro. Habían estado meditando como solían hacer los magos, y la cabaña había estado en silencio.
Ariel de repente rompió el silencio. Elovan y Milose no abrieron los ojos, pero sus expresiones cambiaron.
—¿Puedes sentir quién es?
—No estoy seguro. Es un poder extraño, muy limpio y aparentemente un poco suave… No, está reservado. Este es un poder sutil. Siento que, si se usara con toda su fuerza, podría ser aterrador.
—¿Sabes dónde está? —preguntó Elovan.
—Cerca de la ciudad de Mara.
—Su alteza, ¿deberíamos ir a verificar? —preguntó Milose.
Ariel se quedó en silencio por un rato. Entonces ella dijo: