Junto al pozo de aguas residuales
Link regresó al corredor y desmanteló la barrera espacial.
—¿Cómo les fue? —preguntó Lannie.
Link no dijo nada, sino que se hizo a un lado y dejó que Lannie viera el cadáver decapitado del demonio negro y azul tirado en la entrada del pasaje.
Lannie exhaló lentamente y abrió el puño. Dijo con entusiasmo:
—Maestro Link, ¡usted es increíble!
Detrás de ella, la gente Yabba estaba demasiado feliz como para hablar. Muchos lloraban del alivio. Cuando venían para acá, un valiente guerrero tras otro se habían enfrentado a él, pero ninguno había logrado matarlo. El demonio aparecía como un espectro de la muerte, y cada vez que lo hacía, los guerreros se veían obligados a usar sus ataques suicidas más poderosos para intentar vencerlo.
Todos se habían sentido desanimados.