Había un riachuelo entre el desierto de Ferde y el bosque de Girvent llamado arroyo de Luna.
Dorias seguía el aura que flotaba en el aire y caminaba por la orilla del arroyo. Después de más o menos kilómetro y medio, aceleró de nuevo. Después de correr otros dos kilómetros, Link pudo ver desde su lomo el cadáver que estaba en la hierba alta, al lado del arroyo.
La ropa del cadáver estaba desgastada y vieja. No era un explorador del desierto de Ferde. Por como se veían las cosas, parecía más un refugiado de Delonga.
Dorias se acercó un poco más. Finalmente, se detuvo a unos 4 metros del cuerpo. Un poco desconfiado, dijo:
—No creo que esté completamente muerto.
Link tenía una sensación similar. El hombre estaba cubierto de sangre seca y tenía un agujero gigante en su estómago, pero la piel desnuda de su rostro aún brillaba como la de un hombre vivo. Los ojos, ligeramente abiertos, también se parecían a los de un hombre vivo.