Eo no hizo caso a Gar'Dal, no del todo al menos, no podía aceptar que Fenrar muriera nuevamente, aunque no sabía cómo había vuelto a la vida, luego de ser ultimado por aquella variante de Gar'Dal que resulto ser tan sanguinaria.
Invocó uno de los más poderosos demonios que tenía bajo su control, un amigo quizá, Slark Sangrevil, un ser grotesco, enorme y poderoso, de piel negra y ojos dorados, luminosos, portador de un hacha enorme, forjada en los infiernos ardientes de Arazan, potenciada por runas hechas personalmente por Gar'Dal.
-¿qué quieres de mí?- preguntó Slark con una voz ronca;- esta vez, Eogrash-.
-Necesito que busques a Fenrar, conoces su alma, su magia y su hedor a Noche Sangrienta-.
-¿en qué se ha metido esta vez?-.
-ha muerto Slar- le dijo con un cierto guiño de confianza;- ha renacido probablemente por don de Sok Kal-.
-El creador de Xera…- meditó Sangrevil;- y qué quieres que haga con él-.
-ayúdalo a no morir, Noche Sangrienta ha visto su segunda muerte, guíalo al Castillo Negro-.
-Así será Eo- le sonrió el demonio, se le acercó y la besó el mejilla, estrechándola con mucho cuidado y cariño entre sus colosales brazos;- como siempre, puedes confiar en mi-.
Eogrash esperaría ansiosa que la misión de Slark tuviera un final positivo, pero ella se quedaría junto a Gar'Dal, pronto llegaría Redhand a enfrentarlo, y ella y todo el ejercito del Rey Demonio estarían listo para luchar por su maestro.