Illarian, el príncipe Elemental de fuego parecía una sombra triste, su cuerpo delgado y cubierto de llamas del más vil verde por fin se liberaba del corazón de la montaña, era él, ahora todos comprendían, el poder abrazador que había prendido la montaña, su prisión.
Gar'Dal, Faryza y Nerfa Corazón de Dragón lo habían encerrado hace 6000 años, todo ese tiempo separado de su amada, de Naxez, hija primogénita del Rey Negro Zul Nefar, le había trastocado la mente y su alma misma.
-Amada mía- dijo exhalando tristeza;- ¿eres tú?- le preguntó a la mujer que tenía frente a él, ella, de piel pálida, ojos negros, profundos como un abismo, y cabellos que podrían absorber toda la luz de tan puro negro obsidiana, le miró con nostalgia, se acercó y lo abrazo, él era mucho más alto que ella, su cuerpo llameante le correspondió el abrazo;- sí, eres tu mi amor, no puedo creer que es esto real, que estoy libre y tú al frente mío, entre mis brazos, déjame amarte mi dulce Naxez, mi princesa obsidiana-.
-Ahora, mi amado Illarian, debemos vengarnos, mi príncipe de fuego, de reclamar lo que nos pertenece y traer justicia a nuestra desdicha-.
-Así será, juntos reinaremos este mundo, dime mi amor, ¿dónde está Gar'Dal? ¿Dónde está ese renacuajo? Debo matarlo, incinerarlo y borrar su existencia de la realidad-.
Naxez tomo el rostro de Illarian y lo acerco al suyo, sellando el romántico escenario con un beso.
Zul'Kai, el Rey Duende de Zul'Moran hizo un gesto de nauseas. Estaba aún disminuido, hace un mes era el Rey de la ciudad más poderosa de Xera, pero se topó, para su mala suerte, con un trío de aparecidos, Redhand a la cabeza, un ser de fuerza inconcebible que termino despojándolo de su corona en una asquerosa revolución. Ahora era un duende lisiado, puesto de pie solo por una armadura mecánica que lo hacía ver como un gigante, jamás sería más pequeño que Redhand, ahora, que habían sacrificado con Naxez a los diplomáticos y reyes del continente para traer a Illarian a este plano de la existencia nada los detendría.
Desde una pequeña abertura de la cámara en que se encontraban aquellos poderosos seres, los cazadores veían aquel espantoso espectáculo.
-ahora comprenden que sucedería aquí- les dijo Zul'Axaz a Kuro y compañía;- debemos unirnos y detener esto ahora, es grato que contemos contigo Li, una hechicera de tu nivel será justo lo que necesitamos para enfrentar a Illarian-.
-sí, claro- dijo Li orgullosa del nombre que se había hecho ya en Xera;-cuenta conmigo, dragona, sea lo que sea esa cosa lo volveré polvo estelar-.
-olvidas que es mi especialidad luchar con dragones, Axaz, la hija de Ala Negra me dará más poder una vez la venza- Kuro se sentía débil en estos momentos, sería la tercera vez que se enfrentara a un dragón y ya había perdido dos veces, pero su orgullo era grande y tenía que alardear.
-Sí, joven Corazón de Dragón, será útil contar con tu magia, Fary, hija de Gar'Dal y tú- señaló a Fenrar, a quien identifico inmediatamente como un ser de vasto poder;- encárguense de Kai, se ha vuelto más poderoso y loco de lo que era antes- parecería coherente que Fary luchara con Illarian, pero ni Age Ace podría congelar las llamas de una Deidad Elemental.
-y tú que harás- pregunto Fary, sonriéndole a Axaz;- no te abstendrás de esta pelea-.
-Ayudare a Li, Illarian es mucho para cualquiera, pequeña Zadris y ustedes dos- dijo señalado a Cyndressa y Arzelen- cubran nuestra posición, hay muchos cultistas protegiendo el ritual, será una molestia si se unen a sus amos-.
Arzelen movió la cabeza, pensó en negarse, pero parecía esta vez convencida de haberse vuelto fuerte, podría luchar. Cyndressa por su parte sintió temor, pero una pequeña pulsión de querer vengarse de los orcos la impulso en aceptar el plan de Axaz, ahora no era humana y debía de probar estos nuevos poderes que le había ofrecido la no muerte.
Kuro trago saliva, nadie le ayudaría a vencer a Naxez, es que Axaz vio un poder en él, más de lo que él creía tener, incluso Nerfa necesitó ayuda para vencerlos, respiro hondamente, él mismo se había metido en esto, no se acobardaría, nunca lo había hecho.