—Huo Siyu... ¿por qué no estuviste a mi lado cuando más indefensa me encontraba...? —De repente, Shen Li habló como si se dirigiera a sí misma, como si le preguntara, pero también cuestionándose a sí misma.
¿Habrían sido las cosas diferentes si Huo Siyu hubiera sido quien la rescatara? ¿No habría…?
Pero el destino ya había tomado su decisión; nada podía cambiarse, y todo era solo un deseo ilusorio de su parte.
Huo Siyu se quedó helado, pues nadie en la noche podía ver su rostro, mucho menos discernir el arrepentimiento y la decepción grabados en él. Sí, no había estado ahí para Shen Li en su momento más peligroso, dejándola soportar todo sola.
—¿Por qué había dejado que Shen Li saliera por su cuenta? Nunca se había arrepentido tanto de algo como ahora, y todo lo que podía hacer era sostenerla fuerte y susurrar en su oído, "Lo siento, es toda mi culpa...".
Por primera vez en su vida, se disculpaba, y su objeto era una mujer, sin embargo, no sentía ninguna vergüenza.