—La sorpresa me llenó.
—Él estaba aquí... ¡pero estaba a merced de esa perra desalmada!
—Nadie te dice lo que se siente al ver a la persona que amas siendo atormentada. Estar cautivo y forzado a la voluntad de otro. Nadie te dice cuánto puede destrozarse tu corazón con sólo una mirada.
—Él estaba allí afuera... a su merced, y aquí estaba yo tras muros fríos.
—No era justo pensar que él estaba pasando por eso solo allí fuera, y yo atrapada aquí. Durante semanas había estado preocupándome por ello. Preguntándome dónde estaba y si estaba bien.
—Mierda, si es que aún estaba vivo.
—Incluso se vio obligado a perderse el nacimiento de sus hijos por culpa de ellos.