La respuesta de Jamie fue inesperada para Ellen. Ella estaba atónita.
La expresión de Jamie era seria. No parecía que estuviera bromeando.
La expresión de Ellen era indescriptible. Estaba un poco divertida. —Señor McBride, ¿sabe que a las mujeres les gusta jugar con hombres puros? Un hombre como usted puede haber estado con muchas chicas antes. Aunque se arrodille y lama mis botas...
Ellen extendió su mano y casualmente ajustó la corbata de Jamie. —Me sentiré disgustada.
Jamie nunca había pensado que sería humillado por una mujer de esta manera.
Si hubiera sido cualquier otra persona, ya la habría echado hace mucho tiempo. Con la forma en que hacía las cosas, esta persona nunca habría podido tener un lugar en Nueva York por el resto de su vida.
Sin embargo, porque la persona frente a él era Ellen, Jamie parecía haber perdido la capacidad de hablar. Se obligó a reprimir su enojo.
Los claros ojos de Ellen brillaban con burla mientras hablaba.