Nathan se encontraba en el hospital, recuperándose de sus heridas. Su cuerpo estaba cubierto de vendajes, y aunque el dolor era intenso, su determinación seguía intacta. Su familia llegó al hospital para verlo. Al entrar en la habitación, Elena y Rosio rompieron en llanto al ver el estado de Nathan, mientras Alexander, Lucas y Joel lloraban en silencio.
Elena Fitzroy: (llorando) Nathan, mi niño...
Rosio: (sollozando) Hermano, por favor, no te vayas...
Nathan intentó calmarlos, mostrando una sonrisa débil.
Nathan Fitzroy: (con voz suave) No se preocupen... Estoy bien. Solo necesito tiempo para sanar.
Lucas Fitzroy: (sollozando) Tenias que intentar hacerte el heroe. Eres un tonto.
Nathan Fitzroy: (sonrriendo) No te preocupes, Lucas. Estoy bien, gracias por preocuparte.
Nathan se volvió hacia su padre, buscando la aprobación que siempre había deseado.
Nathan Fitzroy: Papá, ¿lo hice bien?
Alexander Fitzroy: (con lágrimas en los ojos) Lo hiciste excelente, hijo. Finalmente, me has superado.
Al escuchar esto, Nathan soltó algunas lágrimas, conmovido por las palabras de su padre.
Nathan Fitzroy: (susurrando) Gracias, papá...
Después de un momento de conversación con su familia, un mensajero del rey entró en la habitación.
Mensajero del Rey: (con respeto) Nathan Fitzroy, en dos semanas tendrás una reunión con el rey frente a toda la capital.
Nathan asintió, aceptando la convocatoria.
Nathan Fitzroy: Estaré listo.
Días después...
La noticia del enfrentamiento de Nathan con el dragón de fuego se había extendido por todo el reino. La gente hablaba de la fuerza del hijo mayor de los Fitzroy, y los bardos comenzaban a cantar canciones sobre su hazaña. En el hospital, Nathan continuaba recuperándose, recibiendo visitas de amigos y compañeros de batalla que venían a agradecerle por su sacrificio.
Compañero de Batalla: Nathan, nunca olvidaremos lo que hiciste por nosotros. Eres un verdadero héroe. Estaremos contigo en las buenas y en las malas.
Nathan Fitzroy: (sonriendo) Solo cumplí con mi deber. Todos ustedes habrían hecho lo mismo.
Cada día que pasaba, Nathan se sentía más fuerte. Su cuerpo sanaba lentamente, pero su espíritu seguía indomable. Sabía que su familia lo apoyaba y que tenía una misión aún mayor por delante.
Con el apoyo de su familia y amigos, Nathan estaba decidido a seguir adelante y enfrentar cualquier desafío que viniera. Su encuentro con el rey sería el siguiente paso en su camino, y sabía que debía estar preparado para lo que fuera.