章節 13: El Valor de Nathan
Nathan estaba a dos días de regresar a casa para visitar a su familia. Había estado anhelando este momento durante meses, esperando ver las caras sonrientes de sus padres y hermanos, y disfrutar de la calidez de su hogar. Mientras hablaba con algunos magos y caballeros en la fortaleza, un rugido ensordecedor resonó en el aire, interrumpiendo su conversación. Un dragón de fuego de grado S había aparecido de la nada y estaba atacando la fortaleza con una furia descomunal.
La alarma se dio rápidamente, y Nathan y sus compañeros se movilizaron para enfrentar a la bestia. Sin embargo, el poder abrumador del dragón empezó a sobrepasarlos. Las llamas del dragón se extendían como un torrente infernal, calcinando todo a su paso. El suelo temblaba con cada rugido, y el aire se llenaba con el olor a humo y azufre.
Nathan Fitzroy: (gritando) ¡Recojan a los heridos y lleven todos los suministros que puedan! ¡Yo los cubriré!
Caballero 1: ¡No podemos dejarte aquí solo, Nathan!
Nathan Fitzroy: (con determinación) ¡Vayan por refuerzos! No desaprovechen la oportunidad que les estoy brindando. ¡No moriré aquí! Mi cuerpo puede ser destruido, mis extremidades arrancadas, y estaré calcinado por completo... pero no moriré. Tengo que volver con mi familia.
Con el corazón dolido y la voz quebrada, sus compañeros se retiraron, dejando a Nathan solo frente al dragón. El ambiente estaba cargado de tensión y peligro, pero Nathan no mostraba una pizca de miedo. Estaba decidido a proteger a sus amigos y a la fortaleza, sin importar el costo.
Nathan Fitzroy: (sin una pizca de miedo) ¡Ven por mí, bestia!
Nathan se abalanzó contra el dragón, utilizando todos los hechizos de fuego a su disposición. Creó esferas ígneas que lanzaba con precisión, cada una explotando en contacto con el dragón. Lanzó "Llama Explosiva", que estallaba en contacto, y "Muro de Fuego" para contener los ataques del dragón, intentando ganar tiempo para que sus compañeros pudieran ponerse a salvo.
Dragón de Fuego: (rugiendo) ¡Graaaar!
Nathan Fitzroy: (usando "Esfera Ardiente") ¡No te dejaré ganar!
La batalla se intensificaba con cada momento que pasaba. Nathan esquivaba los ataques del dragón con agilidad, contrarrestando con todo su poder. Utilizó "Tornado de Fuego" para desviar las llamas del dragón y "Pilar Ígneo" para golpearlo desde abajo, buscando puntos vulnerables en la dura piel de la bestia. A pesar de sus esfuerzos, el dragón parecía ser increíblemente resistente y poderoso.
Las horas se convirtieron en un continuo de fuego y dolor. Nathan sentía cómo cada músculo de su cuerpo ardía por el esfuerzo, y su energía mágica comenzaba a menguar. Pasaron dos días, y Nathan estaba exhausto, apenas capaz de mantenerse en pie. Recordó su promesa de regresar a su familia y amigos, y una risa amarga se escapó de sus labios al pensar en rendirse. No, no podía darse por vencido ahora.
Con una última muestra de fuerza, Nathan cargó toda su energía mágica restante en sus manos, creando dos esferas utilizando "Infierno Envolvente". Esta vez, las llamas ardían más fuerte que nunca, con un brillo cegador en su interior y fuego saliendo de sus ojos.
Nathan Fitzroy: (gritando) ¡Te mataré cueste lo que cueste!
Se abalanzó contra el dragón una vez más, que utilizó "Llamarada" para intentar quemarlo. Pero Nathan siguió avanzando, imparable, como un cometa de fuego dirigido directamente al corazón del dragón. Estrelló las dos esferas contra la cabeza de la bestia, quemándola por completo y finalmente derrotándola.
En ese preciso instante, los refuerzos llegaron a la fortaleza. Los soldados y magos miraron con asombro el cadáver del dragón a los pies de Nathan. Estaba casi calcinado por completo, sus ropas hechas jirones, pero levantó un puño y gritó con todas sus fuerzas.
Refuerzos: (llegando) ¡Miren eso!
Nathan Fitzroy: (gritando) ¡Nunca caeré!
Antes de quedarse inconsciente, Nathan se mantuvo de pie, demostrando su increíble resistencia y valentía. Los soldados le dieron primeros auxilios y lo llevaron de regreso a la capital lo más rápido que pudieron. A lo largo del camino, su mente vagaba entre la conciencia y la oscuridad, pero en todo momento, un pensamiento permanecía claro: había cumplido su promesa.
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