—Está bien, Sr. Allen, no hace falta tanta formalidad —respondió Ella con calma y una sonrisa.
La Sra. Allen miró a Eric con el ceño fruncido y preguntó:
—Eric, tú y Avery crecieron juntos. ¿De verdad no hay esperanza para ustedes dos?
—Tía, lo siento, pero siempre la he visto como una hermana —respondió Eric fríamente.
La mirada de la Sra. Allen se desvió hacia Ella. Al ver lo hermosa que era, con ojos como estrellas que eran claros y cautivadores, sus labios se torcieron en una sonrisa burlona. —Aún debes ser una estudiante, ¿verdad? No esperaba que alguien tan joven fuese tan hábil seduciendo hombres.
Sus palabras eran un intento descarado de menospreciar a Ella como nada más que una tentadora.
La expresión del Sr. Allen se oscureció, sorprendido de que su esposa dijera algo tan inapropiado.