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—Wei Wei... —Niñera Wei, que estaba cocinando se giró y la miró. Ella dejó la cuchara, dejando de hacer lo que estaba haciendo y sostuvo sus hombros, girándola para revisarla en todo el cuerpo.
—Buenos días, mamá...
—No te preocupes, estoy perfectamente bien; en cambio, ¿cómo estás tú? ¿Cómo te sientes? —Ella sostuvo esas manos que estaban sujetándole los hombros, masajeándolas suavemente mientras las movía hacia su frente.
—Estoy bien, ¿quieres algo? ¿Te sirvo un poco de gachas? —La examinó antes de mirar a Huo Shen, que estaba ocupado en su iPad.
—Quiero hacerle un poco de congee dulce suave; su estómago está un poco frágil hoy... —No necesitaba sostener su mano para saber que no se sentía bien. Tenía una ligera inflamación estomacal y comer congee sería mejor que comidas pesadas.
—Bien, aquí terminé, la cocina es toda tuya. Yo serviré a los demás... —Sacó un delantal limpio de los cajones de la encimera y se lo pasó.