No importa cuán reticente estuviera la Familia Zhao, la Familia Zhang había anulado el compromiso, haciendo aún más difícil para las chicas de la Familia Zhao encontrar pretendientes. Devastada por el golpe, Zhao Xiaoxing no fue a trabajar esa tarde y en lugar de ello se escondió en su habitación, llorando sin cesar.
—¿De qué sirve llorar? ¿No solías decirme lo mismo a mí? —dijo Zhao Jianing.
—No te regodees en mi desgracia. Es por tu culpa que hoy la Familia Zhang me dejó, y por ti nuestra familia ha terminado así. Eres un mal augurio —irritada e incapaz de encontrar un blanco para su frustración, replicó Zhao Xiaoxing.
—Diga lo que digas, al final del día, no soy yo quien anuló el matrimonio —frunció los labios y respondió Zhao Jianing.
Después de terminar, dio la vuelta y salió del patio para sentarse en un lugar sombreado, contemplando cómo abordar el tema de la escolarización con su padre adoptivo tacaño una vez que volviera. No podía permitirse más retrasos.