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—¡Tú...! —Lin Changyi estaba furioso, pero no podía hacerle nada a Lin Caihe. Se inclinó, recogió las plántulas arrancadas que ella había destruido, las arrojó en su cesto y se alejó a grandes zancadas.
—Estoy ansioso por ver, cuando presentes estas plántulas a la abuela, si ella romperá tus manos o no.
—¡Tú... Lin Changyi, vuelve aquí! —Al escuchar sus palabras, Lin Caihe entró en pánico. Ella planeaba tirar esas plántulas en la zanja de drenaje; no esperaba que Lin Changyi interviniera.
Pensar que los miembros de su familia, especialmente su padre que siempre defendía a Lin Caisang, verían estas plántulas dañadas, le hizo palidecer el rostro. Inmediatamente salió corriendo tras Lin Changyi.
Sin embargo, Lin Caihe, siendo una delicada doncella no acostumbrada al trabajo pesado, no tenía comparación con la agilidad de Lin Changyi. Pronto se quedó sin aliento de tanto correr.
Aun así, tenía que seguir persiguiéndolo.
...
En el patio de la casa de la familia Lin,