Ian avanzaba por los oscuros y abandonados pasillos de la torre, consciente de que cada paso lo acercaba más a lo desconocido. A medida que subía de nivel, los sonidos mecánicos resonaban en el aire, presagiando que no estaba solo. Al girar en una esquina, se encontró con un grupo de robots deteriorados pero funcionales, sus ojos mecánicos brillando con una luz roja intensa.
El primer robot, un centinela bípodo, lanzó un rayo de energía en su dirección. Ian rodó hacia un lado, esquivando el ataque por poco. Se levantó rápidamente, blandiendo su espada con firmeza. El centinela cargó de nuevo, pero Ian, con una precisión impresionante, giró sobre sí mismo, esquivando el golpe y cortando con fuerza el brazo del robot. Chispas volaron mientras el metal cedía, y el robot cayó al suelo, sacudiéndose en espasmos antes de apagarse.
Dos más se acercaron, uno de ellos, un modelo más grande y pesado, cargó hacia Ian con una fuerza bruta, intentando aplastarlo con sus brazos hidráulicos. Ian retrocedió justo a tiempo para evitar el golpe mortal que destrozó el suelo donde estaba parado. El segundo robot, más ágil y pequeño, intentó flanquearlo, lanzando una ráfaga de disparos láser. Ian se movió con rapidez, usando el cuerpo del robot más grande como escudo temporal.
Aprovechando la confusión, Ian se lanzó hacia el robot más pequeño, moviéndose con la velocidad de un rayo. Su espada brilló cuando cortó limpiamente a través del torso del robot, desactivando su núcleo de energía. Sin detenerse, giró y dirigió su atención al gigante, que se preparaba para otro ataque. Con un salto poderoso, Ian subió por el brazo del robot, usando su propia masa en su contra. Antes de que el robot pudiera reaccionar, Ian hundió su espada en la cabeza de la máquina, cortando los circuitos que controlaban sus funciones motoras. El robot se tambaleó, y luego colapsó con un ruido ensordecedor.
Mientras Ian continuaba ascendiendo, los robots se volvían más sofisticados y numerosos. En un tramo particularmente difícil, se encontró rodeado por cuatro autómatas de combate, cada uno equipado con espadas de energía y escudos de fuerza. Ian sabía que un enfrentamiento directo sería peligroso, así que optó por la táctica. Cuando los robots lo atacaron al unísono, Ian esquivó y contraatacó con movimientos calculados, usando su agilidad para mantenerse fuera del alcance de los golpes.
Con un movimiento rápido, desactivó el escudo de uno de los robots con un corte preciso en el generador en su brazo izquierdo. Sin el escudo, el robot quedó vulnerable, y Ian aprovechó la oportunidad para destruirlo con un golpe directo al núcleo. El segundo robot intentó apuñalar a Ian por la espalda, pero él, anticipando el movimiento, giró rápidamente, desvió la espada con su propia hoja y contraatacó, cortando la cabeza del robot en un solo movimiento.
Los dos robots restantes atacaron simultáneamente, obligando a Ian a retroceder. Su mente calculaba cada movimiento mientras analizaba sus patrones de ataque. En un momento de distracción, un robot logró cortar superficialmente el brazo de Ian, pero él no se dejó intimidar. Ignorando el dolor, esquivó el siguiente ataque y lanzó una patada a uno de los robots, enviándolo hacia el otro. El impacto los desequilibró, y en un abrir y cerrar de ojos, Ian los desmanteló con rápidos cortes bien dirigidos.
Finalmente, después de derrotar a todos los guardianes mecánicos, Ian llegó a la sala central donde lo esperaba la gigantesca computadora. Aunque herido y agotado, supo que el verdadero desafío aún no había terminado, pero estaba un paso más cerca de desentrañar los misterios de la torre.
Al entrar en la sala central de la torre, Ian quedó asombrado. Desde afuera, el lugar parecía una construcción fantasiosa, algo que un mago podría haber construido. Sin embargo, al adentrarse, encontró un entorno completamente distinto, como si hubiera atravesado un portal hacia otro mundo. La tecnología avanzada, aunque deteriorada por el tiempo, lo rodeaba. Frente a él, una enorme supercomputadora dominaba la sala, emitiendo un zumbido bajo y constante.
Pantallas llenas de caracteres incomprensibles parpadeaban débilmente en la penumbra. A su alrededor, había consolas con teclas desgastadas, cables desconectados y lo que parecían ser robots de combate, oxidados y cubiertos de polvo, testimonios silenciosos de una batalla que había tenido lugar mucho tiempo atrás. Aunque deteriorada, la tecnología era claramente más avanzada de lo que Ian jamás había visto.
Al acercarse a la computadora, la pantalla principal comenzó a mostrar una serie de mensajes en un idioma completamente desconocido para él. Ian sabía que esta computadora podría contener información valiosa, tal vez incluso sobre el lugar donde se encontraba y sus antiguos habitantes, pero sin poder entender el idioma, no tenía forma de acceder a ese conocimiento.
Decidido a no dejar pasar la oportunidad, Ian abrió el menú del sistema y buscó en la tienda algo que pudiera ayudarlo. Pronto encontró un paquete básico de idiomas alienígenas, específico para la especie que había construido la torre. El precio del paquete era alto: 7,000 puntos energéticos. Dudar no era opción, ya que su supervivencia podía depender de la información contenida en esa computadora.
Ian sabía que estaba en una situación precaria. Después de gastar tantos puntos en pociones de curación tras su enfrentamiento con la serpiente gigante, su reserva de puntos era limitada. Hizo un cálculo rápido y determinó que, entre los puntos que tenía y los núcleos que había recolectado, sumaba 8,200 puntos. Comprar el paquete lo dejaría con solo 1,200 puntos, una cantidad peligrosamente baja.
Sin embargo, comprendía que su avance dependía del conocimiento que pudiera adquirir en este lugar. Así que, tomando una decisión arriesgada, seleccionó el paquete de idiomas. En un instante, sintió cómo la información se descargaba directamente en su mente, y de repente, el texto en la pantalla frente a él comenzó a tener sentido.
El mensaje que apareció fue impactante:
Sistema de Defensa de la Torre de la Raza Zork. Bienvenido, usuario no registrado. Por favor, ingrese su identificación o prepárese para la eliminación.
Ian sintió un escalofrío recorrer su cuerpo. Sabía que estaba en territorio peligroso, pero al menos ahora podía entender lo que enfrentaba. Sin embargo, antes de que pudiera hacer algo más, la computadora emitió un pitido agudo, y una nueva serie de mensajes apareció en la pantalla:
"Las bases experimentales han sido destruidas en el Infierno por criaturas de este lugar. Nuestros experimentos se vieron obligados a detenerse, y esta fue la única base que se escondió lo suficientemente bien para guardar los datos. El portal hacia el Imperio Zork fue destrozado y no han venido. Como el tiempo es irracional, puede que solo haya pasado un momento en el universo Zork, pero aquí han transcurrido miles de años. El método de control de almas no ha sido posible terminar de desarrollar, pero al matar a un enemigo, existe un 10% de probabilidad de arrancar su alma y esclavizarla. Al no poder completar la investigación, las almas siempre estarán al mismo nivel que cuando murieron. Sin embargo, si se pudiera terminar la habilidad, podrían subir de nivel como una nueva especie de seres."
El corazón de Ian se aceleró al leer esa información. ¿Qué significaba realmente? ¿Era posible que en algún lugar de la torre hubiera un método para controlar las almas? El mensaje parecía indicar que el experimento no se había completado, pero el potencial era aterrador.
No podía dejar pasar la oportunidad. Si existía una forma de obtener esa habilidad, tenía que encontrarla. Sabía que podía ser peligroso, pero también que obtener un poder tan grande podría cambiar su destino.
Decidido, Ian comenzó a explorar la sala en busca de más pistas. Revisó cada consola y escaneó cada pantalla, buscando cualquier indicio del experimento mencionado. Finalmente, tras unos minutos de búsqueda, encontró un archivo oculto en la computadora. Era un registro detallado del experimento, que contenía los pasos necesarios para acceder a la habilidad incompleta.
El archivo describía una serie de procedimientos complejos y advertía de los peligros de intentar usar la habilidad en su estado incompleto. Sin embargo, también mencionaba que, si lograba perfeccionar el método, podría controlar las almas de sus enemigos, haciendo que lucharan a su lado.
Ian sabía que esto podría ser el descubrimiento más importante de su vida. Con la información que había reunido, tenía una nueva meta: encontrar la forma de completar el experimento y desbloquear el poder oculto en esta torre. Aunque aún no sabía cómo lo lograría, una cosa estaba clara: este lugar guardaba secretos que podían ser la clave para su supervivencia y éxito en este mundo despiadado.