—Entra a mi oficina en este instante.
Ricardo presionó el botón de enviar junto al mensaje y lanzó su teléfono de vuelta al escritorio. Ron no tardó en llegar y, solo unos segundos después, estaba frente a su jefe, listo para recibir órdenes.
—Necesito que comiences a preparar mi boda de inmediato.
Ron encontró esa orden confusa. —¿De inmediato? ¿Por qué la prisa? Quizás––
Ricardo lo interrumpió rápidamente. —No quiero que Samantha desfile en un vestido de novia con el vientre abultado. Asegúrate de contratar al planificador de bodas más famoso y caro. Gasta todo el dinero que sea necesario, quiero que esta boda sea lo más grandiosa posible.
Ron comenzó a tomar notas y ya buscaba las mejores agencias de planificación de bodas en el país mientras Ricardo fruncía el ceño, meditando sobre su plan secreto.