—Samantha y Xander se sentaron en silencio mientras el coche se deslizaba hacia su destino, el bajo zumbido del motor era el único sonido que rompía el pesado silencio. La tensión no expresada flotaba densamente entre ellos, cada uno perdido en pensamientos demasiado custodiados para compartir.
Las manos de Samantha estaban sobre su pecho, jugueteando con un colgante de oro.
Xander notó sus acciones y la curiosidad pudo más que él.
—¿Por qué te gusta jugar con ese colgante? —preguntó.
—Fue un regalo de mi padre hace años, y la foto de mi madre fallecida está en él —respondió con un largo suspiro.
Al mencionar a su madre fallecida, Xander se congeló. Samantha casi nunca hablaba de ella, y el inesperado recordatorio lo golpeó como una onda de choque, dejándolo momentáneamente sin habla.
—Ya veo...