Samantha caminó hacia Anastasia, sus tacones sorprendentemente no se hundieron en el barro.
Luego agarró a Anastasia por la barbilla fuertemente. —Siempre supe que eras audaz, pero no lo suficientemente audaz como para intentar escapar. ¿Planeas humillarnos? —No le dio a Anastasia la oportunidad de responder ya que le dio una fuerte bofetada en la cara.
—¡Estás intentando manchar el nombre de nuestra comunidad! —acusó Samantha.
Anastasia agarró su mejilla ardiente, escupiendo la sangre que se había acumulado en su boca al suelo.
La bofetada picó tan agudamente que mordió su labio para evitar gritar. Pero el dolor que irradiaba por su espalda era peor, cada pulso se intensificaba hasta que el dolor era casi insoportable.
—Llévenla a la jaula —ordenó a los secuaces que la habían arrastrado fuera del bosque.