Mientras Rafael reprendía a su subalterno por causar el problema, Xavier permanecía en silencio esperando a que Hera saliera de su habitación. Cuando finalmente lo hizo, la siguió discretamente hasta que llegó al baño.
Los otros participantes se quedaron en la sala de estar y en el comedor. Xavier entrecerró los ojos mientras miraba alrededor antes de apoyarse en la puerta del baño, esperando pacientemente a que Hera terminara su baño en silencio.
Hera, por otro lado, entendía que la presencia de Xavier fuera de la puerta del baño era una medida protectora, destinada a evitar que otros se metieran con ella cuando estaba sola. A pesar de esta seguridad, no podía deshacerse de un sentimiento de inquietud, sabiendo que Xavier estaba esperando justo afuera.
A medida que se sentaba en la bañera, lavándose la suciedad del día, Hera sentía mariposas revoloteando en su estómago. La escena anterior se reproducía una y otra vez en su mente, destacando la inquebrantable protección de Xavier.