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Nicolás se dio cuenta de que era mejor terminar con esta coronación para poder finalmente dejarla atrás.
—Está bien, madre. Haré esto por el bien del reino y por nuestro bien también.
—Estoy orgullosa de ti, hijo. —La Reina Marianne sonrió, pero sus ojos repentinamente se volvieron brumosos.
—Madre... —Nicolás tocó su brazo—. Podía decir que ella se sentía nostálgica y triste porque su esposo no estaba presente para presenciar este importante evento.
—Sé que tu padre también habría estado emocionado de ver llegar este día. Nunca fue el mejor expresando amor, pero por favor sabe que sí te amaba. Por eso fue tan duro contigo —dijo ella.
Nicolás sintió un dolor repentino en el corazón con esas palabras y gentilmente le ofreció a su madre un pañuelo. Se había impacientado con esta mujer que estaba a su lado, sí, y había odiado a su padre.
Sin embargo, él no estaría aquí de no ser por ellos.