Observé mientras Estrella se agarraba la cabeza con dolor. Parecía estar sumida en pensamientos intensos. Tal vez finalmente había encontrado a su lobo, quizá estaba luchando contra la orden que Howard el asqueroso le había dado.
Después de un minuto o dos, Estrella comenzó a gritar mientras caía de rodillas. El grito se prolongó en una nota alta y sostenida. Ni Howard ni yo nos movimos por un momento. Pero parecía que Estrella finalmente se había liberado de su control. Ya no intentaba acercarse a mí y cuando el grito se detuvo simplemente se desplomó en el suelo.
Esperaba que solo estuviera exhausta, que estuviera bien.
—¡NO! —Howard el desagradable gritó cuando se dio cuenta de que había perdido a su peón—. ¡NO! Ella era mía para controlar, mía para mandar. ¿Cómo, cómo la liberaste de mí?
—Es el poder del lazo de pareja, imbécil. El lazo de pareja vencerá al final cada vez.