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—El corazón de Tiana latía tan rápidamente que podía oír cada latido en sus oídos —sus ojos se clavaban en los de él con una intensidad que se duplicaba con cada segundo que pasaba. En ese momento, no pensaba en nada más que en la persona frente a ella; su mente, alma y cuerpo anhelaban por él, por su toque, lo deseaba tanto que dolía; y abandonando todo sentido de la dignidad, se estrelló contra él, estampando sus labios contra los de él, besándolo salvajemente, hasta que toda forma de razón se filtró por sus poros, y el único pensamiento en su mente era lo que quería en ese momento.
—Nicklaus no tuvo tiempo de pensar, porque en el segundo siguiente, ella soltó sus labios y abrió los ojos para mirarlo —sus ojos ardían con deseo mientras lo contemplaba y su pecho se elevaba pesadamente. Se mordió el labio inferior, de la manera que a él lo volvía loco. Nicklaus gruñó, sus ojos se tornaron hambrientos.