—Todos los demás aún estaban preparándose para pelear entre sí y se quedaron congelados de shock cuando vieron eso.
—Jerry miraba la bandera en la mano de Yan Jinyi con una mirada complicada.
—¡Qué mujer tan sinvergüenza!
—No puedo evitar quitarme el sombrero ante ella.
—Él había pasado tanto tiempo y esfuerzo en asegurar las banderas, pero ella logró arrebatárselas en menos de un minuto...
—Incluso sintió que ella había escogido deliberadamente ese momento.
—Sin lugar a dudas, el equipo de Yan Jinyi ganó.
—Después de guardar el colgante de oro en su bolsa satisfecha, Yan Jinyi miró a Zhuang Heng con benevolencia.
—Ya era de noche para cuando regresaron a Shenyang. Yan Jinyi arrastraba su equipaje y justo estaba a punto de subir al coche cuando Zhuang Heng la alcanzó —Pequeña pimienta, ¿por qué no te llevo a casa?
—¿No ves que la empresa ha enviado un coche para recogerme? —replicó Yan Jinyi.
—Yan Jinyi señaló la furgoneta de la niñera frente a ella.