Reflexionando sobre la angustiosa escena que acababa de desarrollarse, Su Ting finalmente exhaló, pero no pudo evitar expresar su preocupación:
—Hermana, lo que hiciste fue increíblemente arriesgado. ¿Qué habría pasado si algo hubiera salido mal, como hace años? Acabas de regresar... —Mientras hablaba, los ojos de Su Ting se enrojecieron, conteniendo las lágrimas a duras penas.
Al ver el estado emocional de Su Ting, Gu Dai rápidamente lo tranquilizó:
—No te preocupes, no volveré a hacer algo así. Y si lo hago, será solo después de asegurar mi propia seguridad.
Al escuchar la promesa de Gu Dai, las lágrimas que habían estado rondando los ojos de Su Ting retrocedieron. Sin embargo, su corazón continuaba latiendo descontroladamente.
No podía soportar pensar qué habría pasado si no hubiera llegado a tiempo.
Notando la aprensión persistente de Su Ting, Gu Dai se tomó la tarea de ofrecerle más consuelo.